La trama de esta va asi, con su reticencia, Richard Marlow lleva a su esposa Cynthia y a sus hijos Danny y Sadie al pinar de Barrens para pasar un fin de semana acampando en familia, pero a medida que llegan al bosque, se encuentran diversos animales ensangrentados, todo empeora cuando llega la noche y un niño del camping desaparece en el bosque, aún asi, Richard insiste en adentrarse más en el bosque hasta el lugar donde solía acampar con su padre.
Bien es comprensible el sentimiento familiar del protagonista que quiere recuperar parte de su infancia e inculcarles a sus dos hijos lo importante que es tener un refugio, un lugar en el que sentirte seguro e ir siempre que quieran.
El más pequeño lo sigue con los ojos cerrados, pero la chica adolescente solo quiere estar conectada con el móvil y sus amiguitos y pasa bastante de acampadas familiares con una madrastra que no soporta.
Y es que esta película trata sobre todo de la familia, de como el señor Vineyard se lleva a toda la familia de camping con tres objetivos: el de que sus hijos vean y disfruten de la naturaleza, unir más los lazos familiares y esparcir las cenizas de su difunto padre en el lugar en el que él de pequeño había disfrutado tanto.
Hasta aquí parece que os hable de un drama familiar de estos chungos de telenovela, así que nos falta el toque que tanto nos gusta: lo sobrenatural.
En este caso Darren Lynn Bousman apuesta por una historia de un monstruo. Una historia que me ha molado. La del Demonio de Jersey, un bípedo volador con pezuñas similar a un canguro con cara de caballo, cabeza de perro, alas de murciélago, cuernos, brazos pequeños, garras y una cola bifurcada. Vaya que si lo ves te cagas encima, fijo.
Ahora que tenemos una segunda parte descrita nos podríamos encontrar con un típico drama familiar con monstruito que les persigue y corren, se esconden, tropiezan, se asustan y bla bla bla… o sea un survival o algo por el estilo.
Pero menos mal que Bousman se ha vuelto a poner las pilas y cambia lo que podría haber sido otro survival en una película de terror psicológico, mezclado con una pizca de thriller y un final sorpresa –si más no, lo pretende, ya que da demasiadas pistas para que el final no sea tan asombroso como hubiéramos querido-.y es que “The Barrens” nos adentra en la psique de un padre desesperado por salvar a su familia de una ¿paranoia? de la que tan solo él sabe la verdad.
¿Por qué Bousman se ha puesto las pilas? Porque las recargó y aprendió de las soporíferas tres partes de “Saw” que dirigió, para más tarde parir una obra maestra como es “Repo! The Genetic Opera”. Ahí no se puso las pilas, ahí se recargó con toda la central eléctrica entera. Con este musical gótico me dejó el listón demasiado alto y me di de bruces con sus dos siguientes películas. La sobrevalorada “Mother’s Day”, vale la DeMornay está de puta madre pero coño, hace el mismo papel que hizo en “La mano que mece la cuna” y la historia en sí es paupérrima.
Después nos soltó la innombrable “11-11-11”, un castigo de Dios sin lugar a duda. La de “The Devil’s Carnival” todavía la tengo que ver así que me guardo la opinión.
A ver, “The Barrens” no es una puta maravilla ni pasará a formar parte de ningún tinglado de lista de lo mejor del año ni mucho menos. Hasta bien entrada la película, más bien diría hasta bien terminada la película no pasa casi absolutamente casi nada. Se cuentan un par de historias, un par de ciervos muertos y ya. Es tan solo en la recta final cuando se desvela todo el misterio y es cuando la cosa se pone interesante. Así que bien pensado, y después de redactar esto, las pilas las ha dejado a medio cargar.
Sí, me suele pasar esto, que al escribir una crítica de una película a medida que avanzo en la escritura me voy acordando de si me ha dejado huella o no, y creo que ésta solo me ha dejado la huella de volver a ver a Mia Kirshner y porque no decirlo al tipo de “True Blood”, Stephen Moyer, el principal conductor de la película y del que no puedo decir nada en contra.
Recomendaría “The Barrens” a toda esta gente que empieza a muy temprana edad a ver películas del género, para que se vaya acostumbrando a la narrativa de la que suelen tirar muchos directores: familia con problemas, historias de terror al lado del fuego, el monstruo… o simplemente para los espectadores ya curtidos que quieran pasar un rato entretenido sin buscarle una quinta pata al gato. Primero porque no hay gatos con cinco patas y segundo porque al terminar la película seguro que queréis un disfraz del Demonio de Jersey para el próximo carnaval.