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La increíble épica

viernes, 21 de septiembre de 2012

Holy Motors

 

Holy Motors es una de las mejores películas del 2012, de la misma manera que la también importantísima Inland Empire fue la mejor en su momento, me gustan mucho las palabras de moderado escepticismo de Jonathan Rosenbaum cuando habla de que estas películas cuentan siempre con un grupo de críticos , casi todos ellos listos para halagar la película, estamos acostumbrados a un cine en el que se nos explique una historia que comporte un punto A y termine en un punto B todo claro y sin muchas complicaciones, eso se agradece ya que el cine es para distraer, pero a veces también es para enseñar, otras para aprender.
 
“Holy Motors” tiene un poco de todo, pero lo que destaca más es que no hay punto A ni B sino que muchos puntos convergen entre sí formando una tela de araña de lo más surrealista. Y es ahí donde me ha atrapado, ya que al finalizar la película he podido sacar tres observaciones de lo que yo he entendido. Puede, y casi estoy seguro, que se me haya ido la olla y ninguno de los tres argumentos que os daré a continuación tenga nada que ver con la peli. Es por eso que todavía la hace más grande. Una película que te cautiva, menos los primeros 10 minutos que son puro aburrimiento y que por azar del destino, bueno más bien porque no tenía nada más a mano, no le di al Stop y por eso doy gracias a… ¿mi dedo? 

Mi primer punto de vista sobre la película de Leos Carax es sobre lo que somos y/o pretendemos muchas veces ser. Sería así como un Quisiera ser… A través de varios segmentos vemos al protagonista interpretar varios papeles. Unos tristes, otros alegres, otros tétricos. Dejadme utilizar a Dexter de conejillo de indias y nombrar su compañero de fatigas. ¿Os imagináis poder liberar a nuestro/s pasajero/s oscuro/s sin temor a nada? Solo dejarse llevar por los pensamientos primitivos sin miedo a represalias morales del que dirán y no sucumbir a los ojos ajenos? Ser actores en un gran circo e interpretar los papeles que más se nos antojen teniendo en cuenta que cada personaje lleva consigo un determinado sentimiento. De esta forma podemos experimentar con diferentes sensaciones en diferentes personajes para así conocernos un poco más a nosotros mismos. Pero ahí está la paradoja, ya que si somos varios actores ¿quién sería realmente el yo? De esta manera encontramos otra respuesta a las mil incógnitas que nos ofrece la película. El yo. En este sentido quiere reflejar un presente en el cual vivimos, en el que parece que nos hemos olvidado de quienes somos realmente. Actuamos según unas normas éticas impuestas por otros, así crecimos y nos educan sin enseñarnos como afrontar ciertas dificultades emocionales. Y es ahí donde volvemos a querer ser otras personas. O acaso, ¿Cuándo estás triste no te gustaría ser el vecino que oyes reír?

La contraposición a todos estos caracteres se nos muestra al principio de la película en una platea de teleespectadores que parecen dormidos en una clara referencia a nuestra sociedad. En que parecemos muchas veces zombies, alejados muchas veces de nuestro yo y de la realidad que nos rodea.

Y por último, las máscaras. Son símbolos de timidez, de cobardía, de una autoestima mermada por los años. Pero también son símbolos de valentía y coraje ya que muchas veces necesitamos ponernos una máscara para seguir adelante. El actor de “Holy Motors” no se pone físicamente ninguna máscara, el maquillaje hace parte del trabajo pero no es este apartado que quiero resaltar, lo que quiero decir es que no le hace falta ninguna máscara para actuar tal y como quiere, meterse en la piel de otras personas.

Salir de la rutina. Y atentos a esta frase porque para mi es todo el significado de la película.
La película toca muy bien este tema y creo que puede ser el más plausible, pero aun así quedan muchas cosas que contestar y a eso nos lleva al segundo punto.

 
Otra teoría, esta ya es más fantástica, es que la película trata sobre Dios, los ángeles y los humanos. Dios sentado en su trono utiliza a sus primeros hijos para deleitarse y no aburrirse con la rutina en la que se han envuelto los humanos. He llegado a este punto por un par de anécdotas que nos cuenta el film. El protagonista primero nos dice que antes había cámaras enormes y ahora es todo tan pequeño que le cuesta meterse en los papeles asignados. Más adelante se le aparece un hombre preguntandole si todo va bien, ya que le nota un poco tenso. ¿Acaso Dios ya no está contento con su actor?, el actor muere un par de veces, pero como estaba en un papel vuelve a resucitar cual actor para encarnar otra película, y por último ese final con las letras bien grandes de HOLY MOTORS y el prólogo de las limusinas. Sublime. Estamos tan apagados que hace falta ayuda exterior para que el mundo no se oscurezca y termine como en “Un mundo feliz”, todos igual, todos con el mismo pensamiento… aunque al paso que vamos no me extrañaría nada terminar más como en “1984” pero eso otra historia que hay que contarla en otra ocasión.

La última propuesta es simple, puede que penda de un hilo pero pensándolo bien ¿Por qué no?

Aquí tan solo nos centraríamos en dos personajes, el actor principal y el personaje de Kylie Minogue. Mi teoría es que los dos, en tiempos pasados, habían tenido una hija y que murió. Durante años, los dos han vivido separados intentando buscar el significado de sus vidas haciendo cosas, buscando respuestas en otros lugares, convirtiéndose en personas que quizás nunca se hubieran imaginado al verse en el espejo.


Ganadora del Festival de Sitges del año pasado. Aunque soy un defensor de la película de Carax y lo fui en su día de la de Smith el Festival me ha vuelto a decepcionar. Son películas buenas, muy buenas; pero no entran en lo que a mi parecer sería dentro del género. Si las metieran en otra sección supongo que no habría tanta controversia ni rabia hacia dichas películas pero al ganar un festival de estas características no me cuadra mucho. Según rumores, esos rumores de red, a veces ganan por favoritismo, de esta manera tienen una mejor distribución que otras que seguro que las exhiben en todas partes. Aun así, no es excusa. Señores he dejado de creer en los premios de grandes festivales así que si dejamos atrás este punto podremos disfrutar de un montón de películas más sin necesidad de llegar a detestarlas tan solo porque no era de nuestro agrado que ganaran cualquier galardón que teníamos en mente algún que otro título.

 

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