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La increíble épica

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lunes, 17 de diciembre de 2012

Bug

Para fortuna de algunos y desgracia de otros el mundo no es sólo blanco y/o negro, sino una inmensa mancha gris donde antes o después un ángel de la guarda tiene la oportunidad de convertirse en un diablo malnacido y viceversa. Si en mi anterior reseña hacía referencia a la peor versión del señor Friedkin, en esta ocasión nos encontramos casi en el lado opuesto del “espejo”. El cambio de milenio trajo aires renovados a su cine, si bien es cierto que sus andanzas por el recién estrenado siglo XXI seguían demostrando que su asignatura pendiente era la elección de buenos guiones. Flojas aunque con gran oficio tras la cámara fueron Reglas de Compromiso (Rules of Engagement) y La Presa (The Haunted), devolviendo el vigor y la contundencia narrativa de antaño al septuagenario Friedkin, aunque serán sus dos últimos trabajos para la pantalla grande, Bug (título que nos ocupa) y Killer Joe los que no dejarán a nadie indiferente. O las amas o las odias.

Bug es la adaptación cinematográfica de la obra teatral (homónima) del dramaturgo americano ganador del Pulitzer, Tracy Lett, el cual se encargó personalmente de elaborar el guión que trasladaba a la pantalla su pieza de teatro, la cual abarca temas tan dispares como los problemas del amor, la paranoia y las teorías de conspiración.

La situación de partida está compuesta por una camarera llamada Agnes White (Ashley Judd), que trabaja por las noches en un bar de lesbianas junto a su amiga R.C. (Lynn Collins), y vive, o más bien malvive, sola en un motel en mitad del desierto de Oklahoma, ahogando en alcohol y drogas un pasado traumático. Una noche R.C. le presenta a Agnes un hombre llamado Peter Evans (Michael Shannon) que ha conocido en el bar donde ambas trabajan. Este tipo anodino, afable y retraído, guarda un terrible secreto, su pasado. Para completar la situación de partida y complicar el romance, extraño e intenso, entre Agnes y Peter, Jerry (Hary Connick, Jr.), el marido de Agnes, sale de prisión y tiene la intención de volver con su mujer.
Esta historia (que bien podría haber sido un drama costumbrista de la América profunda en otras manos) repleta de perdedores que son incapaces de afrontar sus miserias y frustraciones, y que se desarrolla prácticamente en su totalidad entre las paredes de la habitación de un viejo y polvoriento motel en mitad de ninguna parte, se convierte o muta, gracias a Friedkin y el delirante guión de Lett, en un thriller psicológico y paranoico con brotes de violencia extrema que a su vez no es más que el reflejo del mundo capitalista y globalizado en el que vivimos. ¿Acaso no es la especie humana la plaga más letal y devastadora que transita la faz de la Tierra?

Llegados a este punto me gustaría haber generado la suficiente curiosidad para que se abandone momentáneamente la lectura de esta reseña, para visualizar la película, ya que es de esos film que cuanto menos se sabe de ellos, mayor es el impacto que genera su visionado. Es una montaña rusa llena de intensidad y momentos extremos. No obstante, si alguno continúa leyendo, me comprometo a no introducir ningún spoiler que perjudique el posterior disfrute o “padecimiento” (según el caso) de la película.

Peter (Michael Shannon) arrastra al resto de personajes a una espiral de enajenación cuando colisionan por un lado los conflictos interiores que este sujeto porta como consecuencia de su pasado belicoso (es veterano de la Guerra del Golfo) y las necesidades de libertad por salir de una rutina insoportable que profesan el resto. La locura de Evans se plasma en forma de bichos, insectos que poco a poco invaden la casa donde se aloja, de igual forma que su demencia y fanatismo se inocula en la mente de Agnes. Esta, tratando de escapar de sus demonios interiores abraza la tabla salvadora en forma de esquizofrenia-paranoide que le ofrecen los insectos de Evans, mientras R.C. trata de advertirle de los peligros que corre y su marido intenta retroceder a una situación pasada que hace tiempo desapareció. Debido a la multiplicidad de capas y lecturas que ofrece la cinta, tal vez deberíamos replantearnos su visionado colocando el foco de atención en Agnes y cómo es esta la espoleta que detona la acción o a lo mejor deberíamos….

En el fondo, todo el discurso del film y que he intentado esbozar sin desvelar nada trascendente, no es más que una metáfora de la ideología NeoCon que arrasa EE.UU y parte del mundo occidental (escenificada en forma de paranoia que se materializa como insectos), donde todos a priori son potenciales enemigos de los que hay que desconfiar (máxime después del 11S) y que pese a existir una minoría racional que trata de detener la “plaga” que se propaga desbocada (intelectuales que denuncian las “malas artes” del gobierno americano) no son capaces de detenerla. Ya que (nos guste o no) sólo existe una forma de combatir una plaga. ¿O acaso es todo fruto de mi mente alucinada que sólo desarrolla discursos ininteligibles a partir de imágenes carentes de significado?

El director nos sumerge de forma pausada (que no lenta) en la frustrada vida de estos fracasados para golpearnos en la mandíbula con brotes de violencia y locura que no somos capaces de percibir hasta que es demasiado tarde. Al igual que ellos (Shannon y Judd), los espectadores, tenemos el cuerpo cubierto por costras que nos provocan una picazón insoportable y que no podemos detener. ¿Cómo han llegado esos malditos bichos invisibles pero voraces hasta nuestro cuerpo? ¿Cómo se ha producido el contagio? La respuesta la debemos buscar en Friedkin, que despliega todo un recital de buen hacer narrativo, a través de una planificación sensacional de las escenas, aprovechamiento máximo de los espacios, perfecta utilización de la luz (magistral la fotografía, sobre todo en su fase final de la cinta) y un uso del sonido y montaje que nos sumerge en la locura y paranoia de Peter y Agnes y nos hace partícipe de su degradación. Atrapándonos en un habitáculo claustrofóbico y sangriento del que no sabemos escapar.

Además del buen uso de los recursos técnicos (deberíamos añadir a lo mencionado un efectivo, que no efectista, maquillaje), jamás se habrían alcanzado las cotas de ambiente malsano y enfermizo que se consigue sin la estupenda interpretación de los actores de la cinta. A pesar del escaso reparto, sobresalen y de qué manera, Ashley Judd y Michael Shannon, los cuales nos brindan una de las mejores interpretaciones de sus carreras. Todo apuntaba hacia el descontrol y el histrionismo más desbocado, pero bien dirigidos por el pulso firme de Friedkin, Shannon y Judd nos resultan creíbles en sus delirantes y fanáticas idas de olla. A lo que habría que añadir una magnética erótica viciada que destila Ashley a lo largo del film, pese a lo desaliñado, mugriento y afeado del aspecto de su personaje.
Recomiendo (aunque soy consciente que no es apta para todos los gustos) esta incomoda, intensa e insólita película que perdurará bastante tiempo en la memoria de aquellos que la vean (sobre todo por la contundencia, valentía y “coherencia interna” con la que se cierra la función), aunque debe dejarse claro que pese a lo terrorífico y cruel de lo que se nos muestra, esta película no es de terror (aquellos que busquen una película clásica del género que no se adentren aquí, pues no hay asesinos enmascarados, ni fantasmas vengativos, ni zombis sedientos de carne), pero sí una bizarrada (muy disfrutable) que te precipita al abismo de la sinrazón de una mente perturbada. ¿O muestra una realidad estremecedora y molesta que no queremos reconocer?

Destacaría de forma muy positiva la cantidad de matices y detalles que alberga la cinta (que te sorprenden con cada visionado), el ambiente inquietante y desequilibrado que se genera, pese a lo encorsetado o teatral a priori de la propuesta y el memorable monólogo final de Agnes White (“la reina”). Podría decirse que Bug es el cruce entre Repulsión de Roman Polanski y los universos enloquecidos y absurdos de manipulación de la realidad de Phillip K. Dick y Fran Kafka.

En la parte negativa habría que hacer referencia a la falta de desarrollo de algunas subtramas, que podrían haber enriquecido aún más la historia y cierto hermetismo (tal vez buscado) que hará que más de uno abandone, este circo, antes de que termine la función.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Macabre


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Macabre – 2009

Director: 

 Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto

Escritor: 

 Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto

Actores: 

 Ario Bayu, Shareefa Daanish y Julie Estelle
Calificación: 8/10

Argumento

Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto son conocidos como Mo Brothers, tras haber sido uno de los títulos favoritos en múltiples festivales de terror en el circuito de 2009 y haberse pasado con muy buenas críticas en el Midnight Extreme de Sitges, puede decirse que esta es una de las mejores películas de terror hechas en Indonesia, además de reconocer que ese país ha estado mejorando mucho en cuanto a la producción de películas. Quizás sea una pelicula que argumentalmente no ofrezca nada nuevo, ya que es notable que los directores se basan en ver mucho terror occidental famoso, pero es que estamos hablando de una película indonesia y que se trata de una enormemente salvaje experiencia y un con grandes cantidades de sangre. Tomando como referencias de crueldad películas tremendas como El Interior o Martyrs, y mezclando con las típicas de familias disfuncionales compuestas por psicópatas y encima caníbales, no hay que decir que si se hubiesen esmerado y pulido más el nivel argumental estaríamos hablando de una película de culto. La historia va sobre 6 amigos, incluyendo una mujer embazada de 8 meses, que celebran en un bar que una pareja se marcha a trabajar a Australia. En la vuelta, despreocupadamente recogen a una extraña joven en medio de la tormenta, que les convence que vayan a su casa para agradecerles y vaya manera de agradecer, cuando llegan y para su mala suerte, conocen a su madre Darah, que siente un extraño interés por el bebé, y a sus hermanitos que tienen una fuerza increíble al parecer por la dieta que llevan, la casa es tétrica y tras unos minutos de calma que no dicen nada ni preveen lo que sigue luego, un auténtico apocalipsis de sangre, la película es una delicia para los amantes del gore y una joya para los que gustan de ese Grand-Guignol clásico y extremo, con todo el mundo ensangrentado y los escenarios salpicados y con salvajadas que nunca faltan, muy buena.

Fotos



Haute Tension

 
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Haute Tension – 2003

Director: 

 Alexandre Aja

Escritor: 

 Alexandre Aja y Gregory Levasseur

Actores: 

 Cecile De France, Maiwenn y Philippe Nahon
Calificación: 8/10


Argumento

Película super sangrienta y que esta muy bien realizada, Marie, una joven de 20 años, es invitada a pasar unos días en la casa de los padres de su mejor amiga. Allí, en una granja aislada, rodeada de campos de maiz, Marie y su amiga piensan encontrar la tranquilidad necesaria para estudiar. Pero no será más que una ilusión; la primera noche llega a la casa una furgoneta conducida por un implacable asesino que masacra uno por uno a los miembros de la familia. Marie decide actuar para salvar a su amiga. Empieza un trepidante duelo entre ella y el asesino.
Fotos
















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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Bait

El cine de tiburones sigue adelante, películas como 2 Headed Shark Attack, Sand Sharks y Mega Shark Vs. Crocosaurus y bueno, algunas buenas y otras no tanto.

Cuando ves  películas de tiburones ya sesabe masomenos como va aser la cosa, una playa bonita, jóvenes locos, fiestas, un barco, y claro u buen bicho, pero "Bait" no es común y corriente y si bien tiene la típica intro con el primer ataque de escualo, su posterior argumento sorprende y cambia totalmente de tercio en lo que a situación peligrosa se refiere.

Contaros esta situación novedosa ya os estropearía la primera sorpresa y única.

Esta cinta australiana, desde ahí siempre llega buen material, tiene algo que últimamente escasea en las películas: diversión. Aunque los personajes son los mismos de siempre, las situaciones ya sabemos de antemano que pasará e incluso se espera la muerte del tiburón por una explosión, error, por primera vez no muere así, y es que parece ser que todas las pelis terminen con una explosión en la boca del pez, pero no en "Bait", aquí los tiburones, porque hay dos, mueren de formas bien distintas. La primera mola, la segunda es ridícula. Ridícula de esas que provocan vergüenza ajena que hace que mires a tu compañera de visionado tan solo con el gesto de encorvar los hombros y decir: “bueno, no todo podía ser maravilloso”.

Pero no sólo es la muerte de un tiburón la que hace encogerte los hombros ya que nos encontramos con lo que Def con Dos llamaba “Pánico a una muerte ridícula”. Y es el novio, o no novio, amigo o compañero de la protagonista (es que no me enteré muy bien que pintaba ahí el tipo, la verdad). Dejad que os la cuente porque es digna de ser mencionada y recordada y de cómo inventarse una situación para cargarse un personaje que sobra. Primero miremos dos precedentes. El primero lo encontramos en “Los Simpsons”, cuando Homer se recubre de sartenes, ollas, tapaderas y de más elementos de cocina para ir a cazar osos y la segunda en “Troll Hunter” cuando el cazador se enfunda una armadura para ir a cazar el troll de debajo el puente. En ambas ocasiones resultan, más o menos, victoriosos. Bueno, por lo menos, sobreviven.

…..

 Bien pues hay un cable eléctrico que cuelga de la pared y está a punto de tocar el agua. Tienen que bajar los plomos o todos quedarán chamuscados. Hasta aquí muy bien, correcto, creíble. Así que metámonos en la situación de los protas y pensemos… cable, electricidad, caja de plomos… y sí… buscamos un pringado. Encontrado. Lo recubrimos de hierro y latas, cogemos un tubo para que pueda respirar, lo tiramos al agua y veréis que el tiburón, un enorme tiburón blanco no podrá morderle. Brillante idea. Así que vemos al pobre pardillo dentro del agua, ataviado con un disfraz de carnaval y de golpe pasa el tiburón… ¡Y no le hace nada! Así que el chico sigue, pero el tubo de aire no alcanza, así que haciéndose el héroe se saca el tubo empieza a correr por debajo del agua, apaga el interruptor y ¡Ay amigo! Ahora con el peso de las latas y el hierro no puede subir a la superficie. Muerto. Como digo hay que verlo. Incluso da pena.

Una película entretenida, que te hará reír sin querer. Seguro que no pasará a los anales de la historia pero sí que la recomiendo para pasar un rato divertido y para volver a ver a Julian McMahon, el hermano “mefolloatododios” de Nip/Tuck. Y como no para ver a todos los pivones que salen… ¿es que en Ausralia están todas buenas o qué?
Y bueno, no hay nada más que contar a salvo de su contra, que diría que dura un poco más de lo que debería y que hay demasiados personajes y poco explotados, o mal. Les falta chispa, carisma, tanto da que mueran, que vivan o que se pongan a jugar a las cartas.

A destacar la mala actuación del protagonista principal, lamentable.

jueves, 11 de octubre de 2012

Maniac

Desde que se proyectara en Cannes como colofón final, el remake de Maniac (1980 – William Lustig) a manos del director francés Franck Khalfoun era más que un must. Frank Zito (mi Elijah Wood) es un joven perturbado que vive una vida aislada con su sobre-protectora madre. Después de que la susodicha muera, Frank no es capaz de sobrellevar la tragedia y pronto se ve envuelto en una nueva era de asesinatos. Su furia le lleva a perseguir a jovencitas hasta que conoce a una chica que es artista, Anna (Nora Arnezeder); con la que quiere abrir una galería. Ahí se genera su debate mental en el que se enfrentan su deseo por encontrar el amor verdadero o simplemente añadirla a su lista de víctimas.

El remake de Khalfoun se encarga de combinar los ideales de arte y ensayo con una violencia completamente diabólica y enfermiza para formar un cocktail sangriento pero muy hermoso que es a menudo difícil de tragar. Me recordó un poco a “Switchblade Romance” en el sentido de que sus imágenes crudas y viscerales se contraponen a su inteligencia punzante y entrometida. Y mientras que Maniac no se alza como una gran película a nivel cinematográfico (fuera del género de terror), en su salsa, en el slasher; es una de las mejores cintas que he visto en mucho tiempo.

De la misma manera que la original, la película es tremendamente misógina, dominada por egos cargados de testosterona y poder, y dirigida con un gran énfasis en el lado del macho. Siguiente una técnica afamada en el Film Noir, esta versión de la historia vendría a ser una celebración de 90 minutos del odio a la mujer en la superficie; pero cuando la audiencia excava en esta perturbadora fachada, los tonos y capas psicológicas empiezan a aparecer para engrandar la película a una dimensión fílmica más artística e intrigante.

No se puede negar que la cinta es muy violenta. No podemos pensar aquí en los típicos remakes como “La última casa a la izquierda” (The last house on the left) o “Straw Dogs”; aquí, la obra de Khalfoun está empapada de sangre, de gore y de secuencias humillantes e indigeribles. La lujuria de Frank por la muerte, el abuso sexual y la destrucción hacen el visionado de la película digno de cualquier pervertido. El trofeo de cada uno de los asesinatos es llevarse el cuero cabelludo de sus víctimas en una creciente locura. No es, sin lugar a dudas, la cinta más violenta que haya visto pero “Maniac” está formada en una atmósfera tan potente que es en muchos momentos incómoda de ver. Aunque Elijah ya nos ofreció su otra cara más polémica en “Sin City”, no esperéis que en esta sea ni la mitad de formalito, aquí otorga a la película una gráfica de naturaleza casi repugnante. Comentar así que su actuación es un portento, retrata unos rasgos gentiles aunque algo pintorescos al inicio de la misma pero su evolución hacia el monstruo final es… demoledora. Podríamos decir que es claramente su papel más ambicioso y osado en mucho tiempo, no es nada de lo que hayamos visto con anterioridad, no es Frodo.

"Maniac" es genuinamente cruel y un trabajo desconcertante que se mantiene en tu mente a través del tiempo, en el tren de camino a casa, para mí. Es raro pensar que Thomas Langman haya pasado de producir “The Artist” para producir esta cinta, pero con la ayuda de Alexandre Aja, la pareja ha respaldado la creación de esta bestia, cuyo visionado debería tomarse con extremo cuidado.

Finalmente dejar un par de aportes, y es que Frank trabaja restaurando maniquís vintage y esto a mi me da muchísimo miedo. Y lo último es que tiene un aire a “Psicosis”, que echa para atrás; y si no lo comento parece que no sé de cine. 

martes, 11 de septiembre de 2012

Inbred

Mi vida no ha sido fácil, unos ojos tristes son buena prueba de ello. Viajamos en furgoneta, nuestros asistentes sociales creen que un fin de semana en un ambiente rural alejados de nuestra oscura cotidianidad nos hará bien. Tres chicos me acompañan. Les miro, les observo, uno de ellos es el típico imbécil gracioso que va de tipo duro, la clase de tío que se golpearía en un ojo el mismo haciendo el idiota y luego correría a contarle a sus amigos que se metió en una pelea la noche anterior. Lleva la palabra “muerte”, tatuada en la frente. Los tipos como él siempre mueren los primeros en las pelis de terror. A su lado, un chico negro con pinta de macarra, es su putilla, le ríe todas las gracias, su esperanza de vida tampoco va muy allá. Detrás, otro chico, callado, tímido, atormentado incluso. Tengo mis reservas sobre él, pero no me atrevo a decir que no sería alguien de quien me pudiese enamorar.

Miro por la ventanilla, él también lo hace, tenemos una conexión, se huele que vamos a ser los protagonistas de la película. En el paisaje rural, en medio del campo, una visión fugaz, un lienzo pintado en carne, el de unos niños en coro torturando a palazos a otro que está colgado como si se tratase de un espantapajaros. Uno de los niños, cuando ya hemos pasado de largo, es perseguido por la cámara hasta que esta le roba un primerísimo plano, él, le contesta con una mirada que dice más que mil palabras. No tengo duda, la historia va de niños asesinos. Esos pequeños cabrones, nos las van a hacer pasar putas... y todo esto lo digo sin pasar por alto el detalle del curioso prólogo de la película, plagado de gore a mansalva que ya de entrada dice mucho de las intenciones del director, el inglés Alex Chandon, padre de aquella “Cradle of Fear” protagonizada por el pequeño “Dani Filth de los también ingleses Blackers, “Cradle of Filth” (por cierto, sus cuatro primeros discos, grandiosos todos ellos. De ahí en adelante, pura auto parodia).

Llegamos a nuestro destino, una casa destartalada, una puta ruina de casa, me siento como Tom Hanks en aquella mítica comedia ochentera. Las banalidades del trabajo en equipo, sirven al menos, para que los espectadores nos conozcan un poco mejor y vayan haciendo sus propias cábalas sobre quien morirá primero. Más tarde, al atardecer, partimos hacia el pueblo a tomar algo en un pub. En su interior, me alberga la duda, aquello está plagado de campesinos con deficiencias mentales y dudosos dogmas de moralidad, si la función tenía pinta de “Los Chicos del Maíz”, ahora la cosa me huele más a cosas como “Defensa” o “Camino Sangriento”. El dueño del local, un tipo muy salado, ya enseña maneras y el espectador más astuto, ya se puede oler que algo huele mal en el lugar y que es precisamente el barman, quien tiene todos los números de haber pisado el “popo” (dígase también “caca” o “mierda” por los parlantes menos refinados).
En la vida existen dos clases de personas, las que cierran la puerta del baño cuando van a hacer sus necesidades, y las que no. A las primeras les atribuiremos decoro y prudencia, a las segundas... bueno, las segundas son unas cerdas... pero, ¿a quién no le gustaría asomarse con disimulo para ver como la chica más bonita del universo obsequia al vil inodoro con su cobrizo tesoro líquido? Aissss... lo reconozco, tengo el gen de Vigas Luna y soy un poquito cochino. Esto venía por algo, a si.. pues en el cine, existen dos tipos de víctimas tipo, las activas y las pasivas. A las primeras las recordaremos con cariño sea cual sea su destino, les atribuiremos valores tales como el valor, el compañerismo, la inteligencia, el temple... a las segundas apenas se las recuerda, y “sus cualidades” son más bien poco recomendables de incluir en un currículum vitae, tales como el paso ligero, la cobardía, el egoísmo y la mezquindad. En “Inbred”, por sueste, vamos a encontrarnos con los primeros y esto, ya le sube muchos enteros a una película que, y esta feo que yo lo diga porque soy la protagonista, de original tiene más bien poco.

Es por ello, que para su máximo disfrute, es necesario que no esperemos ser sorprendidos por unos glúteos firmes cuando todo apunta a unas nalgas flácidas, que no esperemos encontrar nada más de lo que a priori promete. Esto es: Asesinos rurales, jovencitas víctimas, algo de humor negro y gore, mucho gore. Esto es lo que tiene por ofrecer “Inbred”. Un montón de situaciones que ya hemos disfrutado (o sufrido) antes en cientos de títulos similaes, unas gotitas de esencia de su creador (la sangre gratuita que dirían algunos, siempre ha sido el leit motiv de Chandon) y el entrañable humor británico de toda la vida que tan bien suele funcionar, ya sea por brillante, o por absurdo, en este caso en particular, se aboga más por lo segundo. Nos van a perseguir, nos van a torturar, algunos moriremos, otros intentaremos sobrevivir, incluso algunos nos enamoraremos para darle algo más de dramatismo al asunto.

No es porque sea mi película, pero hay que reconocer que todos lo hacemos bastante bien, vale que mis compañeros y yo estamos algo estereotipados, eso no os lo voy a negar, y vale también que en la mayoría de ocasiones, el recurso de la “sangre fácil”, es utilizado para tapar las carencias de un guión flojo o inexistente, vale, y este, más me pese, puede que también sea el caso de “Inbred”, vaaaaaaaale, ¿pero que más da? ¿No nos habéis acompañado para pasar un buen rato? pues eso es lo que os vamos a ofrecer, porque diversión aquí hay para dar y tomar. Por lo tanto, todos aquellos amantes o simpatizantes del survival, del torture porn, o de ambos, vais a disfrutar como un fraggel en una ducha de cristales opacos (lo se, es un ejemplo lo menos, curioso). También aquellos que gusten del buen humor negro y de la casquería de corte más irreverente van a encontrar aquí su pedacito de cielo.

Y yo os dejo porque me parece que se han cargado a todos mis compis y me encuentro en ese punto en el que no tengo muy claro si esto va a tener un final feliz en plan me subo al coche de un desconocido y escapo del terror, aunque con imborrables secuelas psicológicas al tiempo que aparecen los títulos de crédito, o bien soy víctima de una brutal e inesperada muerte que os pilla a todos por sorpresa (y a mi misma, claro). Así que lo único que me queda, antes de salir por patas y enfrentarme a un incierto destino, que estos ya están aporreando la puerta y van armados hasta las tachas, es recomendaros encarecidamente, el visionado de “Inbred” e insisto, no es porque sea mi película, sino porque realmente, vale la pena dedicarle hora y media a lo nuevo de Alex Chandon.
Se sube el telón y se ve a una bella mujer con las piernas cruzadas apretándolas muy fuerte y mordiéndose el labio inferior mientras mira al tendido: Su brutalidad visual y su hilarante humor macabro de corte británico.

Se sube el telón y se ve a a esa misma mujer, comiéndose un bistec ruso (y este termino solo se lo he oído decir a dos personas, una era mi abuela) con cara de amargada por no decir de atormentada: Su nula originalidad y el hecho de que su carácter cómico, puede tirar para atrás a más de uno.

Byzantium


Argumento


Película que esta interesante, va asi, dos misteriosas jóvenes llegan a una pequeña ciudad inglesa, no se saben sus edades ni su relación. La mayor, Claire, empieza a trabajar en el pub local; mientras que la menor, Eleanor, va a la escuela.
Desde los mismos inicios del cine, el tema del vampirismo ha sido uno de los más recurrentes dentro, sobre todo, del género del terror. Nosferatu (1922), de F.W. Murnau, puede considerarse el primer gran éxito del subgénero, estableciendo muchos de los tópicos que se irían repitiendo en multitud de películas a lo largo de las décadas siguientes. Exceptuando las distintas versiones que conoció la novela de Bram Stoker Drácula y alguna cinta a contracorriente –la estimable El ansia (1983) de Tony Scott–, pocos títulos han sabido explotar con rigurosidad y elegancia el enorme potencial de la figura de estos melancólicos seres condenados a una inmortalidad tormentosa. El director irlandés Neil Jordan, que en ya había ofrecido una auténtica joya al cine fantástico con la reivindicable En compañía de lobos (1984), logró adaptar con gran éxito una popular obra de Anne Rice en la notable Entrevista con el vampiro (1994). Aquel título supo aunar el afán comercial de cualquier trabajo protagonizado por Tom Cruise o Brad Pitt, con ciertas ambiciones artísticas. Jordan realizó una elegante y magnífica revisión del mito, mostrando a unas criaturas más dignas de lástima que de terror, una suerte de héroes románticos que no entendían de sexos. En los últimos años, extraños (que no desdeñables) híbridos como 30 días de oscuridad (2007) o Daybreakers (2009) han explotado la faceta más espectacular del asunto, mientras que las adaptaciones de la saga Crepúsculo de Stephenie Meyer han arrasado entre el público juvenil, a la vez que han servido para darle un tono demasiado ligero y cursi a la figura de los chupasangres que flaco favor le hace al subgénero. El antídoto contra tal desprestigio llegó en 2008 desde Suecia con la magnífica Déjame entrar de Tomas Alfredson (y su posterior remake americano), que mostraba el tierno (y a la vez macabro) romance entre un introvertido niño víctima del bullying y una misteriosa vecina que resultaba ser una vampiresa. Ha tenido que volver Neil Jordan para devolver al cine vampírico todo el esplendor perdido conByzantium, filme que recupera el mejor pulso del realizador, últimamente no muy acertado con sus proyectos.

Fotos




Let The Right One In


Basada en la novela del sueco John Ajvide Lindqvist que también se encargó de convertir su obra en un guión, 'Déjame entrar' relata la historia de Oskar, un niño solitario, de apariencia triste y acosado por sus compañeros de colegio. Un bicho raro de los suburbios de Estocolmo cuyo entretenimiento es coleccionar los recortes de prensa sobre los asesinatos y sucesos más sangrientos.
Oskar sufre en silencio el acoso escolar continuo que le infringen unos compañeros de su clase, quienes le llaman “cerdito”. Su frustración por no poder responder a las humillaciones se hace explícita por medio de un cuchillo que lleva siempre consigo y en su atracción por las noticias de crímenes. Los primeros minutos de la historia son inquietantes, porque vemos, por un lado, a un preadolescente objeto de bullying y, por otro, a un supuesto futuro serial killer brutal.

Eli vive en el piso de al lado de Oskar y tiene una enigmática relación con un hombre mayor que la acompaña, protege y alimenta, Hakan (Per Ragnar), mientras que Oskar vive con su madre, separada de su padre al que visita de vez en cuando. La relación madre-hijo se ve separada por los espacios (Oskar y su madre hablan desde habitaciones separadas o vemos a Oskar reflejado en el espejo mientras habla con su madre situada detrás de él) y por la conducta del chaval (Oskar se inventa una explicación a su rasguño fruto de un nuevo abuso de sus compañeros). Es una sensación de separación del mundo a través del expresivo uso del espacio fílmico.

“No podemos ser amigos” Le advierte Eli a Oskar en su primer encuentro. Los motivos estriban en la particularidad de la niña, en su naturaleza, porque Eli no es una niña humana, es un vampiro. Pero nada ni nadie puede impedir lo que se acaba convirtiendo en un amor platónico, ni siquiera un muro y una pared, porque encuentran la manera de comunicarse a través de ella, golpeando con los dedos la pared, usando el código Morse. Bellísima parábola del siempre duro tránsito de la infancia a la adolescencia donde vemos el miedo: de Oskar por recibir otra paliza o humillación y de Eli por no conseguir sangre para sobrevivir. Y también vemos el despertar erótico al inicio de la adolescencia, por ejemplo, en la escena en la que Eli entra en la habitación de Oskar a la hora de dormir. La muchacha primero le pide permiso para entrar y luego se despoja de su ropa y comparte cama con Oskar. Ambos mantienen una conversación sobre “ir en serio” en su relación. Aquí, además, apreciamos la necesidad de una invitación al hogar (un elemento clásico del vampirismo), que da título a la obra y que juega a ser también una petición de afecto.

La historia se presenta en perfecta armonía con los elementos clásicos del tema del vampirismo tradicional. El primer elemento, como apuntaba, es el hecho de que el vampiro no puede entrar en una casa si no ha sido invitado a hacerlo y vemos sus consecuencias cuando Oskar invita a la muchacha a entrar con gestos y no con palabras como debe ser, jugando con ella para ver qué pasa. Eli entra escéptica y se produce uno de los momentos más sangrientos. Los otros elementos clásicos son el miedo y la vulnerabilidad a la destructora luz solar (magistral e impactante una de las secuencias del hospital, cuando la mujer mordida arde en llamas), el reposo diurno del vampiro (en una bañera que hace las veces del tradicional féretro), la necesidad de beber sangre para sobrevivir, la transformación por el mordisco de un vampiro, la facilidad para trepar por las paredes de los edificios y volar (esto último lo hace fuera de campo), la inmunidad al frío helador o el hecho de que la niña, según Oskar, huela raro. Otro ejemplo menos importante es la intolerancia de los gatos a la presencia del vampiro. También vemos un elemento característico de tantos otros vampiros de la literatura y el cine en la forma en la que Eli atrae a sus víctimas solicitándoles ayuda, como en el momento en el que finge indefensión bajo un puente para atraer la bondad de un hombre que acaba siendo su cena. Esta escena, al igual que otra en la que sube a un árbol con el rostro vampiro, muestra a Eli sola y acorralada; es presa y cazador. Así pues, Eli es un vampiro clásico, no una personificación posmoderna de la sexualidad prohibida o un alma angustiada por el peso de la culpa como tantas otras encarnaciones vampíricas. Por otra parte, se discute la representación de Eli en la vida de Oskar. Una teoría sería que Eli es la encarnación de la rabia de Oskar, como si fuera un mismo personaje.

La obra se apoya sobre la diferencia de los personajes principales con respecto al resto sin perder de vista la cotidianidad en que todos se mueven (Horror con situaciones cotidianas). La irrupción de Eli y su acompañante, Hakan, en el contexto de normalidad nos permite contrastar las características de ambos.

El vampiro cambia su ubicación clásica para insertarse en el gélido paisaje sueco, en sintonía con el estado de ánimo de los protagonistas. Un paisaje que además nos transmite nostalgia (la nieve caer desde el negror de la noche).

También apreciamos un retrato naturalista de la Suecia de principio de los ochenta, concretamente de una zona del país que vive una existencia tan gris como la habitual en las regiones de la Unión Soviética. La ciudad dormitorio, el bar enturbiado por el humo de los cigarros y el alcohol, lleno de gente hablando de lo mismo sin llegar a nada, las calles y el parque vacío de personas o el color gris plomizo de los paisajes son ejemplo de ello. Por otra parte, la decoración y los muebles del interior de los apartamentos, así como los vehículos de la calle o las ropas que llevan los personajes nos ayudan a adivinar la época en la que sucede la acción: años 80, concretamente 1982, cuando el país vive un momento de turbulencia política con la pérdida de las elecciones de los conservadores y la vuelta del Partido Socialdemócrata de Olof Palme.

Resulta admirable la habilidad de Tomas Alfredson para ofrecer un relato tradicional de vampirismo con una sensibilidad contemporánea sin caer en clichés de la llamada posmodernidad. Alfredson no es un autor de género, él mismo lo ha admitido en varias entrevistas. Es un autor de obras cinematográficas y prueba de ello es su peculiar enfoque personal de todas las secuencias, ricas en planos cortos donde apreciar el detalle y llenas de gran intensidad dramática. Apenas muestra el horror de situaciones como la protagonizada por Hakan en el parque en la que cuelga boca abajo a un hombre para extraerle la sangre como a un cerdo. Aquí no vemos explícitamente como lo degolla, aunque sí le vemos de espaldas frente al sujeto y, sobretodo, oímos la sangre caer. A continuación viene un plano de corta duración donde apreciamos la sangre cayendo. Esos momentos son breves pero intensos y muy acertados, porque no se trata de ser visceral, como en muchos films de Hollywood que tienden a la sobreexposición para provocar.

Cada plano, cada encuadre y su montaje invocan un aire de desesperación romántica. Es una obra muy visual (no cuenta todo con los diálogos) con una estética sobria y minimalista de luces y sombras (rojo sobre blanco), y también contiene una estupenda dirección del sonido (las tripas de la hambrienta vampiro, el movimiento del cubo de Rubik de Oskar o los dedos de uno de sus agresores de clase golpeando la mesa).

Para el guión, Tomas Alfredson contó con el propio autor de la novela en la que se basa. De hecho, después de la visita de 15 directores interesados en su libro, el autor, John Ajvide Lindqvist, eligió a Alfredson y éste lo eligió a él para hacer la adaptación al cine. La historia de Ajvide Lindqvist es un melodrama sobre la diferencia (tema clásico del género fantástico) que habla de cómo el amor y la esperanza nos pueden sacar de la oscuridad; cuando uno se encuentra hundido y de repente una mano salvadora tiende a ayudar. Eli, esa mano salvadora, acompaña a Oskar en sus miedos y lo libera, le hace verse desde una perspectiva totalmente opuesta a la de víctima. Se produce lo que vendría a ser un efecto Pigmalión: Eli espera más de Oskar, creando un clima emocional mayor con él.

Terrorífica, perturbadora y oscura a la vez que tierna, fascinadora y elegante, “Déjame Entrar” combina la realidad más cruda con la fantasía y se nos presenta como un cuento atípico a la vez que poético sobre la amistad en la que solo se necesita que uno invite al otro para que dos empiecen una relación afectiva.


Supe de la existencia de “Déjame entrar” de Tomas Alfredson por el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges 2008. Sin embargo, no pude disfrutar de esta obra de culto sueca hasta que la adquirí en DVD junto a la novela. En los comentarios del director y el escritor, Tomas explica una anécdota bastante graciosa. En un festival de terror de Inglaterra, la mayoría del público era gente hardcore, con piercings y tatuajes por todas partes, gente muy dura. Al acabar la proyección de su película muchos estaban desechos, algunos con lágrimas en los ojos. El escritor John Ajvide Lindqvist, por su parte, menciona la gran acogida que tuvo en un festival de España. “La gente, unas 1400 personas en una enorme sala, aplaudían cada fotograma. Una locura”, relata. ¿Tal vez se refiere a Sitges donde fue ganadora moral del certamen llevándose el Méliès de oro a la mejor película europea fantástica?

“Déjame entrar” cautiva por su melancólico paisaje, oscuro y glacial, que casa muy bien con una historia de tristeza y soledad, la que protagonizan Oskar y Eli. Ambos son el uno para el otro. Ambos sienten lo mismo. Y ambos se necesitan. Todo ello nos lo reflejan magistralmente los jovencísimos Kare Hedebrant y Lina Leandersson que debutan en la gran pantalla dando vida a Oskar y Eli, respectivamente. Lo que demuestra que un buen casting supone el 90% de la cinta, como bien comenta Alfredson. El film fue el más laureado del año 2008, cosechando alrededor de 42 premios y multitud de nominaciones en festivales de todo el mundo, entre los que destaca el premio a la Mejor Película Europea en Sitges 2008, sendos Premios del Público en las Semanas de Cine Fantástico de Málaga y San Sebastián, premio a la Mejor Película en el Festival de Tribeca, premio a mejor película y mejor fotografía en el Festival de Göteborg, mejor director, guión y fotografía en los Premios Guldbagge (Suecia), mejor película internacional en los premios Saturn de 2009 y nominada a mejor película en habla no inglesa en los premios BAFTA de 2009. Cuesta creer que en un primer momento el realizador pensara que su película era muy regional, muy sueca, y aunque es cierto que es pausada y un tanto lenta para lo que están acostumbrados el público de ciertos países, cuanto más específico es algo más universal. “Déjame entrar” es una historia que traspasa fronteras. La podemos localizar en cualquier suburbio de una ciudad de Alemania, Estados Unidos o Japón.

Aunque se habla de una relación de amor y amistad entre los protagonistas también hay otro elemento: la necesidad. Eli necesita a Oskar como sustituto de Hakan, ya viejo, cansado y torpe, al igual que Oskar necesita a Eli para sentirse querido (no conecta con sus progenitores y tampoco tiene amigos) y fuerte (junto a Eli es valiente). Esta ley de dependencia puede suponer, por un lado, que esté unida al amor y, por otro lado, que esté solamente unida a la amistad, lo que vendría a ser amor de Oskar hacia Eli y no viceversa. Personalmente soy partidario de la primera opción (amor, amistad y necesidad) más coherente con la novela y con las fuentes de inspiración del autor: su propia infancia y condición, la obra “Carmilla” de Sheridan Le Fanu y la película “The Crying Game” (“Juego de lágrimas”).

Centrándome en Hakan, quiero comentar que este personaje lo relacioné en un primer momento a otro de los muchos amores de Eli. Me pareció que Hakan y Eli se conocieron cuando el primero era un preadolescente como Oskar, lo que significaría que el joven estaría siguiendo los pasos de Hakan hasta que él también se hiciera viejo y torpe, y fuera sustituido por otro. La escena de Oskar apuñalando el tronco de un árbol, al principio del film, da a pensar que tal vez en un futuro sea él quien se encargue de desangrar a su víctima como un cerdo para alimentar a la chica. De hecho, es en esta escena donde Eli intuye que ha encontrado a su nuevo sirviente. Sin embargo, en una escena en la que Hakan le pide a Eli que no vuelva a ver al muchacho, éste parece tener otras intenciones. Después de leer el libro descubrí que Hakan es un pederasta al que conoció Eli tiempo atrás para que fuera su protector a cambio de dejarse manosear. El tema de la pederastia se queda fuera de la película porque Alfredson vio más interesante el acoso escolar. El propio realizador llegó a sufrir bullying en su infancia y su película resulta una muestra original de realismo social, más que un film de vampiros. Alfredson también ha dejado claro en alguna entrevista que no se inspiró en ningún cineasta ni en ninguna película en particular, sino en la pintura y en la música.

En el libro, Hakan vuelve a por Eli para violarla convertido en un vampiro zombie, instantes después de sacrificarse y de caer al vacío desde la ventana de su habitación. El sacrificio de Hakan es doble: en la escena anterior vemos como se derrama el ácido en la cara para que no le puedan identificar con Eli y en la siguiente escena se ofrece a alimentarla de su propia sangre. Esto refleja el amor y la lealtad que siente por la niña. Lo más triste es que Hakan sabe que Eli ha encontrado un sustituto en Oskar y se retira como buen caballero, aunque en el fondo es un pederasta. El rostro quemado de Hakan es su verdadero rostro, el de un monstruo, un pederasta.

Es curioso ver a Eli a lo largo del film como luce sonrosada en los momentos en que está bien alimentada y como se va deteriorando según pasan los días sin comer. La observamos demacrada y sus miradas le delatan. Esta indefensión viene acompañada de cierta fragilidad e inocencia. Eli no es monstruo que mata por placer, los monstruos son los compañeros de Oskar, especialmente el líder del grupo que disfruta con lo que hace e implica a sus amigos en su sadismo, porque ellos en realidad no encuentran satisfacción en el tormento de Oskar. Eli mata para vivir. ¿A caso no matamos nosotros o colaboramos en ello para comer? En la escena del puente, después de beber la sangre de un hombre le tuerce el cuello para que no se transforme en vampiro (es consciente del horror que supone su naturaleza) y llora sobre el cadáver, demostrando su malestar por no poder evitar matar para sobrevivir. Cualquier atisbo de maldad en el comportamiento de la muchacha solo reside en la mente del espectador, como queriendo decir que si él fuera Eli mataría a diestro y siniestro y seduciría a quien fuera con tal de que le sirviera para sus propósitos. Esta es la realidad de los seres humanos, ver cumplidas las fantasías más oscuras de la mente. Por eso tiene tanto éxito la sangre fácil y la perversidad barata de gran parte de los productos de terror venidos o contagiados de Hollywood.

Otro punto interesante de la novela, es el hecho de que los vampiros tienden a suicidarse, especialmente los recién transformados. En la película lo vemos reflejado en la mujer solicitando a un enfermero que suba la persiana a sabiendas de que la luz solar la quemará y, por tanto, matará.

Una de las escenas más bella y melancólica de la película es aquella en la que Oskar observa la nieve y la noche a través de la ventana de su dormitorio, al principio del film. Una sensación de semi-seguridad que personalmente he experimentado; cuando estas despierto en el momento en el que todos duermen y puedes hacer lo que te dé la gana.

Si esta historia tenebrosa contiene un ejemplar y notable talento para la síntesis y multitud de imágenes bellas, toda la banda sonora que envuelve dicha historia es excelente; nos transmite tristeza y compasión y dota de fuerza dramática a las imágenes. El compositor Johan Söderqvist mezcla el sonido de los sintetizadores, que enfatizan la sensación de frialdad y soledad, con la orquestación más clásica en donde destacan el violín, la guitarra y el piano. “Eli and Oskar”, “Oskar in love” y “Main Theme” son sin duda los mejores track de la banda sonora.

La secuencia más espectacular la encontramos en el momento final de la piscina, donde lo explícito y lo implícito (el fuera de campo) van en una sola dirección. Esta secuencia, cargada de humor oblicuo, supone la mejor manera de resolver un momento formidable de gore sofisticado. Es el momento donde todo estalla y también el principio del viaje de Oskar y Eli a un nuevo mañana. Curioso como después de salvar Oskar a Eli, en la secuencia del apartamento, ésta es ahora quien le salva a él; es esa mano amiga que te salva cuando uno se encuentra hundido. La secuencia del apartamento –cuando Oskar salva a Eli- está relacionada al momento anterior de intimidad que mantienen los jóvenes en donde Eli le dice: “Ponte en mi piel por un momento”. Esta transferencia moral de uno a otro se cumple cuando Oskar besa la boca ensangrentada de Eli en lo que es una comunión. Ambos ya están listos para partir. Como le diría Eli a través de una nota: “HUIR ES VIVIR; QUEDARSE, LA MUERTE. UN BESO, ELI” (en referencia a “Romeo y Julieta”).

Dos momentos del film nos indican la elección final de Oskar de despedirse de sus progenitores y huir con Eli. Primero se despide del padre cuando lo visita por última vez en su casa. A la reunión se une el vecino. Según comenta el realizador, hubo gente que le preguntó si el vecino era el amante del padre y puso como motivo de la separación la homosexualidad de éste. Personalmente, yo intuí algo terrible en la escena. Llegué a pensar que Oskar podría ser víctima de abusos sexuales por parte del vecino amigo del padre, o incluso de ambos, al igual que Eli se deja abusar por Hakan a cambio de sangre. Sin embargo, ni una idea ni otra son las pretendidas por Alfredson, quien le llama la atención la falta de costumbre de otros países de que el vecino venga de visita a casa. Después Oskar se despide de su madre, entrando en su habitación y encendiendo la luz un breve instante mientras ella duerme profundamente.

Otra idea del libro respetada en el film sueco son las dudas sobre el género de Eli. Hasta en tres ocasiones se nos hace referencia a que Eli es un chico, y en la tercera escena vemos que además está castrado. “Yo no soy un chico” o “¿Y si no fuera un chico?” le dice Eli a Oskar, al que parece no importarle. En un capítulo del libro se descubre como hace 200 años Eli -su nombre real es Elias- fue separado de su familia, torturado (castrado para luego beber la sangre de los genitales) y convertido en vampiro. Desde aquel momento adoptó la identidad de fémina y se viste como tal. La voz de Eli, en la película, no corresponde con la de la actriz Lina Leandersson (demasiada dulce para un personaje andrógeno) y es doblada por un actor o actriz (no recuerda su género) que casualmente se llama Elif.

Por otra parte, el hecho de que Eli tenga 200 años dota al personaje de madurez sin dejar de mostrarnos la eterna niñez del mismo. En dos escenas podemos apreciar el origen o el aspecto real que tendría Eli si envejeciera. Por un lado, cuando el chico se corta la mano para unirla a la de Eli como hermanos de sangre, y ésta se tira al suelo para chupar la sangre derramada. Y, por otro, cuando ella le pide a Oskar que se ponga en su lugar.

Pero que Eli o Elias sea chico o chica, vampiro o humano, asesina o víctima de su naturaleza no importa. Todo encaja en el rompecabezas de su relación, como en la escena donde Eli le enseña a Oskar como completar el cubo de Rubik. Son el uno para el otro. Oskar, por su comportamiento con la muchacha, parece decir: Da igual qué eres, solo sé que quiero estar contigo siempre. No quiero que nada nos separe. Tú y yo, y nadie más. Es el efecto de la inocencia del primer amor, un amor Shakespeare, que no entiende de géneros ni de naturalezas. Chica o chico, Eli o Elias, Oskar la quiere y su amor parece ser correspondido.

Después de la impactante escena de la piscina, volvemos a ver la nieve cayendo dándonos paso a un epílogo bipolar (triste y feliz a la vez): Oskar viaja en un vagón de tren. Junto a él, su maleta y una caja en la que en su interior se resguarda Eli. La chica desde dentro golpea la caja diciéndole algo al chico con el uso del código Morse, a lo que éste le responde mediante el mismo método. ¿Saben lo que le dice Oskar a Eli? “Un beso”.

Una obra maestra, un clásico del terror moderno, un film de culto. No se me borrará nunca de la memoria.

viernes, 6 de julio de 2012

Cold Fish: El Asesino de la Tienda de Peces



Cold Fish es una película dirigida en 2010 por Shion Sono. Uno de los últimos trabajos que nos ha ofrecido este genial director de culto que además creo el argumento es otra joya que lo identifican de nuevo como uno de los cineastas más geniales a nivel mundial en la actualidad sin ninguna duda. Con su costumbre de mezclar la comedia negra y problemas sociales con lo más extremo del drama y el terror, además de sangre, violencia y gore en cantidades enormes que la hace disfrutable para todo el público. El protagonista es un tipo llamado Shamoto que regenta una pequeña tienda de peces tropicales y vive con su segunda mujer y su hija que odia a ésta a muerte, lo que le provoca rebeldía. Un día es pillada robando en una tienda y cuando parece que el gerente vá a llamar a la policía, un tipo simpático llamado Matura le persuade de que no lo haga. El tal Matura es dueño de una gran tienda de peces y contrata a la hija además de hacer socio a Shamoto. Matura resulta ser un psicópata asesino en serie con un largo recorrido y las cosas se van descontrolando poco a poco hasta que el protagonista pierde la cabeza. Shion Sono es uno de los más geniales del cine japonés y esta pelicula suya lo demuestra una vez más, le pondremos 7 sobre 10.




martes, 4 de octubre de 2011

Edges of Darkness



















Hemos de partir de la base que el presupuesto fue pequeñisimo, asi que nadie espera mucho, por no ser mas realista y decir que nada.

Es como un film de esos de historias, estilo Creepshow, pero mezclada todas entre si, con idas, venidas y flashbacks, un gran desperdicio de película.

Zombies, vampiros, suicidas, mutaciones y sectas religiosas se mezclan en una trama poco pensada y aburrida, monótono visualmente y que en líneas generales parece haberse rodado por un grupo de estudiantes de primaria.

Nada emociona. Nada entretiene. Nada interesa y yo te digo contento que te vayas a la cama, comas una galletas, bebas un vaso de leche y apagues la luz. Buenas noches y felices sueños.

Eso si, la protagonista Michelle Rose, está muy buena y es muy guapa, una tonteria, ver esta película es como un suplicio.



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