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La increíble épica

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viernes, 17 de mayo de 2013

Ladda Land

 
lad11
Ladda land – 2011

Director: 

 Sopon Sukdapisit

Escritor: 

 Sopana Chaowwiwatul y Sopon Sukdapisit

Actores: 

 Saharat Sangkapreecha, Piyathida Woramusik y Statta Udomslip
Calificación: 7/10



 

Argumento

Los sucesos narrados en esta película, están basados en una famosa historia real sobre una urbanización cerrada y abandonada en Chiang Mai, que se convirtió en un páramo desierto debido a una serie de muertes y terribles sucesos paranormales. Allí llegará engañada la familia del Sr. Thee, un tipo corriente que lleva tiempo viviendo con un sueldo de oficinista, que no le ha permitido nunca lograr la casa de ensueño para vivir con su familila. Un día, tiene la oportunidad de ascender como jefe adjunto de Marketing en Chiang Mai, un lugar donde los salarios son más altos y las viviendas más asequibles. Thee, no dudará en aceptar el trabajo y comprarse una casa en una urbanización del lugar, para poder cumplir finalmente su sueño junto a su familila. Lo que no esperaba es que su sueño se convertiría en una pesadilla, película que vuelve a tratar el viejo tema de casa encantadas, esta buena para darle una mirada.
 
Fotos

 Ladda Land

miércoles, 27 de junio de 2012

La Teoría del Todo

La teoría del todo (James Marsh, 2014)

Después de la entretenida The Imitation Game, esperaba otro film biográfico británico al que la falta de innovación y credibilidad histórica impidiesen brillar con fuerza. Y, si bien no me encontré ante un desenfreno de emociones, sí disfruté de una historia real maravillosamente bien contada que resultó tener mucho más que ofrecer de lo que las apariencias auguraban.

Rodaje de La teoría del todo (James Marsh, 2014)
James Marsh dirige la alegre escena inicial de
La teoría del todo, que augura la vitalidad de la obra
El interés del escritor y guionista Anthony McCartenpor la figura de Hawking data de 1988, cuando leyó su obra Breve historia del tiempo. Por tanto, cuando leyó la biografía de Jane Wilde Hawing, exmujer del cientifíco, en 2004, decidió embarcarse en la adaptación cinematográfica de la misma sin garantía alguna. Tras múltiples borradores para los que se reunió a menudo con la propia Jane, su guion recibió la atención de la productora Lisa Bruce, quien le ayudó a conseguir los derechos. Fue así como el film pasó a manos de Working Title, quizá la productora británica más prolífica del momento. Finalmente, James Marsh, ganador del  Óscar a mejor documental por Man on Wire (2008), fue elegido como director de la cinta, decisión perfecta para mantener el carácter realista de la misma. De hecho, desde el principio se buscó proteger fielmente la realidad, para lo que se tomaron imágenes de archivo como base y se realizó un exhaustivo proceso de documentación. Y, si bien el resultado es, en ocasiones, ligeramente repetitivo debido a nuestro conocimiento de la historia original y el momentáneo estancamiento de la misma, rara vez pierde el guion nuestra atención y empatía.

Felicity Jones en La teoría del todo (James Marsh, 2014)
La obra se basa en la biografía de Jane Wilde Hawking,
con lo que Felicity Jones se gana nuestra empatía
Clave de esto último es la sorprendente pareja protagonista. El papel de Hawking fue a parar a Eddie Redmayne, popular gracias a protagónicos pero insustanciales papeles en Mi semana con Marilyn (Simon Curtis, 2011) y Los miserables (Tom Hopper, 2012). El joven actor británico trabajó duro para dar un necesario giro a su carrera, perdiendo siete kilos, entrenando durante cuatro meses con una bailarina para aprender a controlar su cuerpo y pasando horas y horas frente al espejo ensayando posturas imposibles, algo que le terminó suponiendo una alteración en la alineación de la columna. Pero el esfuerzo valió la pena, pues su transformación en el famoso astrofísico es impresionante y acaba de ser reconocida con un Globo de Oro a mejor actor dramático por encima de su compatriota y amigo Benedict Cumberbatch (por la mencionada The Imitation Game), quien precisamente encarnó al científico en el telefilm Hawking (Philip Martin, 2004). Su pareja en pantalla, Felicity Jones, no se queda atrás: quizá su sutil papel no sea tan agradecido, pero no por ello es menos complicado, y la  joven actriz de Cómo locos (Drake Doremus, 2011) y La mujer invisible (Ralph Fiennes, 2013) lo encarna con la misma determinación con que la auténtica Jane Hawking lidió con la dura enfermedad degenerativa de su marido. Tanto Redmayne como Jones recibieron los consejos de los Hawking, llegando Stephen a ceder su propia voz electrónica, así como elementos originales de atrezzo como su Medalla de la Libertad y su tesis firmada, como muestra de su satisfacción con la obra.

Póster de La teoría del todo (James Marsh, 2014)

Charlie Cox, David Thewlis y la siempre efectiva Emily Watson aportan buen aporte secundario, conscientes de que los laureles corresponde a Redmayne y Jones, quienes suman dos de las cinco merecidas nominaciones a los Oscars de La teoría del todo (las otras tres corresponden a los apartados de película, guion adaptado y banda sonora original). Esta última, bellamente compuesta por el islandés Jóhan Jóhansson (recién galardonado con el segundo Globo de Oro recogido por la cinta) y grabada en Abbey Road, será la mayor baza del film la noche del 22 de febrero. La emotiva orquestación acústica es el perfecto envoltorio de la obra, cuyos exteriores fueron rodados en los apacibles rincones de Cambridge, donde Hawking recibió su formación (y, curiosamente, Redmayne también). El ambiente universitario juega un importante papel durante las primeras escenas, aunque es pronto dejado de lado a favor del hogar de los Hawking, donde Stephen y Jane aprenden a afrontar los reveses de la vida y mantenerse fieles el uno a otro, incluso iniciando una familia; ahí es donde la cinta se convierte en una hermosa reflexión sobre los regalos y sacrificios del matrimonio. Todo ello contrasta fuertemente con las realistas pero erróneas palabras del médico que afirmó que Stephen Hawking sólo viviría dos años más tras diagnosticarle una terrible enfermedad motoneuronal relacionada con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

Jones y Redmayne en La teoría del todo (James Marsh, 2014)

De hecho, toda la vida del famoso científico es un auténtico milagro que el film se esfuerza en retratar sin olvidar por ello su carácter ateo, derivado de sus interesantes investigaciones. Aunque ya no son pareja, a día de hoy Stephen y Jane siguen siendo amigos, y ambos recibieron la película con gran entusiasmo, alabando especialmente el trabajo de los dos protagonistas, en cuyos gestos y formas de expresarse se sintieron completamente reflejados. Famosa es ya la anécdota de que, durante el visionado del film en el Festival de Toronto(donde tuvo lugar el estreno oficial), una enfermera hubo de limpiar una lágrima de la mejilla de Hawking. Ni fue la primera ni desde luego la última lágrima derramada ante una cinta que ha sido capaz de alejarse del mero carácter biográfico para convertirse en un poderoso canto sobre la fuerza del amor y la necesidad de sacar el máximo partido a esta vida, ya que, con alta probabilidad científica, será la única que tengamos.

jueves, 1 de marzo de 2012

'Boyhood': doce años de vida

Los doce rostros de Ellan Coltrane en Boyhood (Richard Linklater, 2014)
Doce años. Doce fotos. Doce rostros de Ellan Coltrane
Incontables son los acontecimientos históricos plasmados por el séptimo arte. Pero pocas son las películas que logran convertirse en verdaderos acontecimientos históricos. Pues bien, la bellísima (re)presentación de la vida que nos ha regalado Richard Linklater —limitarse a hablar de infancia sería infravalorar su envergadura— es innegablemente una de ellas. Boyhood (cuyo título original, 12 Years, se cambió a última hora para evitar confusiones con el 12 años de esclavitud de Steve McQueen) no es sólo un film único en su especie, sino un dinámico álbum fotográfico de valor incalculable. Tras un impresionante recorrido de críticas y laureles, esta obra maestra terminó quedándose a las puertas del Óscar a mejor película, pero lo cierto es que Boyhood está por encima de ello, pues, desde su estreno en el festival de Sundance el 19 de enero de 2014, ha traspasado el estatus de obra audiovisual para volverse una efeméride que perdurará eternamente como un retrato sin precedentes de la existencia humana.


Patricia Arquette lee Harry Potter a Lorelei Linklater y Ellan Coltrane en Boyhood (Richard Linklater, 2014)
El complejo personaje de Patricia Arquette nunca deja
de evolucionar (pero tampoco de ser una madre)
Por supuesto, la inigualable epopeya que tenemos ante nuestros ojos es fruto de la decisión del siempre arriesgado Richard Linklaterde rodar el film durante 39 días esparcidos a lo largo de doce años reales con los mismos intérpretes. Los detractores de Boyhoodclaman que su única fuerza reside en su modo de rodaje, pero eso es como afirmar que Interstellar (Christopher Nolan, 2014) no sería nada sin sus efectos especiales o que El gran hotel Budapest (Wes Anderson, 2014) perdería la gracia sin su diseño de producción. Las tres afirmaciones son tan ciertas como irreverentes, pues, partiendo de sus propias cartas, cada film confecciona un universo personal que debe evaluarse en su conjunto. Y Boyhoodhace uso del asombroso modo de producción para llenar de autenticidad las historias de la familia protagonista, con la que tardamos muy poco en identificarnos.

El equipo de Boyhood (Richard Linklater, 2014) en los Globos de Oro
Innumerables asociaciones dieron a Boyhood los
premios a mejor film, director y actriz secundaria
Pero, ¿cuál es esa familia? Pues, al contrario de lo que muchos llegaron a pensar hasta reconocer a alguno de sus miembros, no es una familia real, sino una formada por cuatro intérpretes que, eso sí, aprendieron a quererse y respetarse conforme pasaban los años. Y es que ninguno se había enfrentado antes a un proyecto siquiera similar. Para el papel del divertido pero ausente padre, el tejano Linklater contó con “su vecino” Ethan Hawke, a quien une una relación amistosa y profesional que tiene su principal exponente en la maravillosa trilogía iniciada en 1995 con Antes del amanecer [sobre la que podéis leer más aquí], cuyo modo de rodaje guarda bastante relación con el de Boyhood (cada cinta de la saga se rodó nueve años después de la anterior, con la misma pareja protagonista: Hawke y la francesa Julie Delpy). El importantísimo papel de la abnegada madre acabó en manos de la relativamente desconocida Patricia Arquette, quien terminó obteniendo con pleno merecimiento el único Óscarrecibido por la cinta (además de innumerables galardones internacionales), momento que aprovechó para dar un acertado discurso feminista convertido rápidamente en tendencia mundial. Ambos intérpretes se enfrentaron en su día a la curiosa pregunta “¿qué harás durante los próximos doce años?” y respondieron con la debida valentía (aceptando, entre otros lances, que el mundo los viera envejecer ante sus ojos en sólo dos horas y media).

Ellan Coltrane y Ethan Hawke en Boyhood (Richard Linklater, 2014)
Hasta toparse con Boyhood, Ethan Hawke pensó que la
trilogía de Antes de... sería lo más especial que haría
Aún más importante era la elección de los dos hijos. Para la primogénita, Linklater tuvo claro desde el principio que contaría con su propia hija, Lorelei Linklater, lo que sin duda supondría un problema menos a la hora de organizar contratos de duración tan larga (prohibidos por ley a partir de los siete años); curiosamente, fue el único miembro del reparto que llegó a desear que su personaje muriera para apartarse del proyecto (aunque, por suerte, la idea rápidamente se esfumó de su cabeza). Para el papel del protagonista (llamado Mason), muchos chicos fueron entrevistados, pero Ellan Coltranefue seleccionado con rapidez por la marcada personalidad que irradiaba incluso a los siete años (apoyada por el carácter liberal y artístico de sus padres). Tanto su naturaleza como la de Lorelei probaron ser muy diferentes a las mostradas por sus personajes al principio de la cinta, lo que sin duda terminó influyendo en el desarrollo de la misma. Ver a ambos crecer —mutar— ante nuestros ojos es una experiencia única y maravillosa, un auténtico acto de fe en la magia del séptimo arte.

Zoe Graham y Ellan Coltrane en Boyhood (Richard Linklater, 2014)
El amor es clave de Boyhood, pero la reflexión
ocupa el lugar del manido romanticismo
Y es que la clave de Boyhood radica en la fusión de su reparto con los personajes, a los que cada uno de ellos aportó sus propias experiencias (y las de las personas que los rodeaban) para dotarlos de características tan profundas como verosímiles que acentúan el carácter cuasi-documental de la obra. De hecho, aunque Linklater partía de una idea preconcebida (principalmente para la cándida introducción y la nostálgica —como no podía ser de otra manera— conclusión), el ingenioso cineasta fue rehaciendo el guion cada año en función del material rodado, adaptándolo a las circunstancias políticas y sociales que rodeaban a los personajes y al propio desarrollo personal de los intérpretes. Obviamente, las escenas relacionadas con la edición del sexto libro de Harry Potter o la elección de Barack Obama como presidente, por ejemplo, sólo podían planificarse sobre la marcha. A este respecto, resulta curiosa la conversación entre padre e hijo sobre la posibilidad de que se rodasen más películas de Star Wars, algo que resultaba tan incierto en su día como certero es ahora. No nos encontramos, por tanto, ante un guion al uso (lo que ha despertado pereza entre algunos espectadores), pero no por ello escasean los momentos de impacto, sensibilidad, melancolía y hasta absoluta hilaridad. Como la vida misma. Y es precisamente la procesión de momentos cotidianos lo que dota al final del film de una fuerza insuperable, siendo el último discurso de la madre un auténtico momento de inflexión que nos desgarra el corazón. Pues, en ese momento, los personajes ya han pasado a formar parte de nuestra familia. Y hemos aprendido a preocuparnos por ellos más de lo que hemos hecho nunca con personajes de ficción.

Ethan Hawke, Ellan Coltrane, Patricia Arquette, Libby Villari y Lorelei Linklater en Boyhood (Richard Linklater, 2014)
Boyhood nos invita a celebrar los momentos más
importantes de la vida de sus protagonistas
Pese a que Hawke, Arquette, Coltrane y Linklater conforman la indiscutible alma de Boyhood, el reparto se completa con innumerables intérpretes que, durante mayor o menor tiempo, forman parte de las vidas de los protagonistas. Algunos los —nos— acompañan durante dos o tres años seguidos y otros aparecen y desaparecen de forma discontinua, ayudando con su presencia (o falta de ella) a la credibilidad del relato. Tan emotiva es la reaparición de personajes a los que habíamos olvidado como triste resulta la desaparición de otros con los que habíamos llegado a conectar, pero lo cierto es que la continuidad de la vida es por completo volátil y así la plasma el film. Del mismo modo, el carácter pasajero de las modas queda de manifiesto en el constante uso de piezas musicalesdistintas (a menudo tarareadas o cantadas por los propios personajes), así como en la evolución del vestuario de Kari Perkins, que alterna estilismos más clásicos con otros más exagerados en función de la etapa que atraviesan los personajes. Por cierto, el director de fotografía inicial, Lee Daniel, se apartó del proyecto por motivos personales a mediados del mismo (algo comprensible, dada la extensión del mismo), dejando paso a su asistente, Shane Kelly, uno de los pocos miembros del equipo técnico que vivió la creación de la cinta prácticamente en su totalidad; os reto a encontrar el momento del enlace, pues, si algo ha logrado Linklater, es una laudable estética unificada a lo largo de los doce años.

Ellan Coltrane en bicicleta en Boyhood (Richard Linklater, 2014)
El impresionante montaje de Boyhood ganó
el premio Eddie del Sindicato de Montadores
Y, hablando de continuidad, el montaje de la cinta, confeccionado por la habitual colaboradora de Linklater, Sandra Adair, resulta clave a la hora de plasmar el paso del tiempo sin necesidad de títulos o disoluciones. De hecho, el propio tiempoes un personaje más de la historia, a la que inunda de sorpresas y misterios. En una escena, Mason ve con lágrimas en los ojos cómo su padrastro le fuerza a cortarse su largo y sedoso pelo; en ese momento, el piropo de una compañera de clase vale mucho más que las palabras de su madre, quien lo consuela recordándole que volverá a crecer; pero, antes de que —dentro y fuera de la pantalla— nos demos cuenta, los meses han vuelto a transcurrir y el chico recorre las calles del barrio en bicicleta, con el viento ondeando sus renacidos cabellos. Pero no todos los cortes son tan axiomáticos: a veces, basta un momento del diálogo para informarnos sobre el tiempo transcurrido, así como de los cambios vividos. Lejos de plasmarse con detalle, las relaciones de los protagonistas con los personajes que los rodean se reflejan con el carácter de un álbum de fotos incompleto en el que pasamos del noviazgo a la ruptura sin contemplar el proceso intermedio. En la vida, lo importante no es la meta, sino el camino, pero a veces basta un par de tramos para entenderlo: siempre es ahora mismo.

Richard Linklater abraza a Ellan Coltrane el último día de rodaje de Boyhood (Richard Linklater, 2014)
Richard Linklater abraza a Ellan Coltrane el último
día de rodaje, tras doce años de maravilloso trabajo
Por desgracia, la fragmentación del relato ha llevado a muchos a ver Boyhood como un film carente de finalidad o sentido en el que Linklater se limita a filmar la realidad sin visión de conjunto, siendo la anécdota de los doce años el único aliciente. Nada más lejos de la realidad: el modo de rodaje no es en absoluto la meta, sino el camino. Y, paso a paso, nace la magia de una historia que logra plasmar la cotidianidad de la vida humana con naturalidad sin olvidarse por ello del ingenio y la trascendencia. Porque Mason se aparta del carácter irreverente de la mayoría de adolescentes para asumir una perspectiva de la vida que ya oteamos desde las primeras escenas gracias a la maravillosa mirada con que el chico asimila la realidad que lo rodea, desde los fracasos sentimentales de su madre hasta los comentarios banales de sus compañeros de clase. Cargado de un fuerte espíritu crítico y nostálgico, Mason crece buscando el sentido de la existencia y, aunque al despedirnos de él a los dieciocho años está lejos de haberlo encontrado, hay una madurez en su modo de contemplar el mundo sólo alcanzada tras los doce años de evolución; con la hermosa melodía del “Hero” de Family of the Year en la cabeza, resulta difícil no emocionarse ante el reflexivo adulto en que se ha convertido el adorable infante que conocimos hace un par de horas. Y no sólo eso: al término de Boyhood, mantenemos las mismas dudas vitales del principio, pero somos conscientes de que la incertidumbre que a menudo nos invade no nos convierte en absoluto en extraños. Y así, aprendemos a sentirnos un poco menos solos.


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