Película con un presupuesto de 9 millones de dólares, llena de maquetas, decorados y efectos especiales en el que la ciencia ficción es en realidad un "pretexto" para desplegar una delirante y a puntos, agobiante comedia.
El objetivo del film es doble: por un lado ofrecer una alocada comedia ubicada en el contexto de la ciencia ficción (nunca funció demasiado esa fórmula) y por otro parodiar dicho género y sus clichés habituales.
El film protagonizado por Robert Ulrich, habitual de muchas series de televisión por aquel entonces, pasó sin pena ni gloria por los cines, recaudando solo unos escuetos 13 millones de dólares en cines USA.
En el futuro, tras varias guerras, la galaxia se ha quedado sin agua. La única reserva que queda está en manos de los poderosos "templarios". Sólo un grupo de piratas espaciales se atreve a enfrentarse a su tiranía, atacando sus naves para robar los bloques de preciado hielo. Jason (Robert Urich), jefe de una banda de piratas espaciales, es capturado por los "templarios", quienes lo condenan a la esclavitud. Afortunadamente, logra escapar gracias a la ayuda de la princesa Karina (Mary Crosby), quien necesita la ayuda de los aguerridos piratas para encontrar a su padre, un explorador espacial que oficialmente ha desaparecido, pero según los rumores ha encontrado "El Séptimo Planeta", un planeta rebosante de agua, que se desvió de su órbita y se encuentra en el centro de la galaxia. Tras varias peripecias, que incluyen luchas entre robots, un "herpes espacial" que invade la nave, persecuciones de coches por el desierto, luchas a espada, el encuentro con Las Amazonas, y un viaje en el tiempo, logran encontrar "El Séptimo Planeta".
