Pasan los años, y el chico ya es un hombre. Ha llegado el momento de ver en qué se ha convertido tras tantos años de violencia. Y esto es lo que plantea el film. ¿El síndrome de Estocolmo convierte a Rabbit en otro nuevo serial killer? o por el contrario el joven hará lo posible por escapar de un terrible destino: el de seguir los pasos de su secuestrador, quien le ha tomado cierto cariño y al que trata de forma particular como un hijo. El chico comprenderá que la única salida para permitirle cierta libertad es seguir sus pasos.
Jennifer Lynch vuelve a Sitges con una película que va más allá del clásico film de asesino en serie. En el cine americano hay tradición por los serial killer pero el asesino que nos presenta “Chained” es diferente. Se podría decir que termina adoptando al chico, con el que comparte sus crímenes y su insignificante existencia. Toda la acción transcurre en el interior de la casa. Cuando llega a casa Rabbit tiene diez segundos para abrir la puerta a su secuestrador y siempre llega con otra nueva chica a la que torturar y violar. Luego viene el ritual de siempre; limpiar la sangre y enterrar el cadáver. Vincent D’Onofrio esta colosal en el papel del secuestrador asesino.
Uno de los elementos más interesantes de “Chained” es ver la acción desde el punto de vista del secuestrado y no del secuestrador. Nunca vemos los asesinatos. Tras abrirle la puerta Rabbit, el asesino no tarda en meterse en la habitación para complacerse a gusto con su víctima. No vemos lo que sucede dentro, solo oímos gritos. Esto es mucho más terrible que si el film fuera explícito en las torturas y el asesinato. Mucho más terrible porque nos da que pensar; nos imaginamos que lo puede estar pasando dentro. Después observamos como Rabbit debe afanarse por limpiar la sangre de la cama y toda lo angustioso de la situación. Es una prueba de las barbaridades que han debido pasar dentro de la habitación.
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