Jessica es una jóven que ha sufrido transtornos nerviosos. Por ello, junto a su pareja y dos amigos suyos, se trasladan a una vieja mansión ubicada en las afueras de la ciudad; una propiedad cuyo reclamo parece bastante oportuno como un punto de partida hacia una recuperación de su estabilidad emocional. Sin embargo, en aquella remota región sobrevive una maldición legendaria cuyas raices afectan directamente a Jessica, quien desconoce la amenaza que la espera pacientemente detrás de las tumbas, como ha hecho durante muchos, muchos años.
John D.Hancock, es un interesante realizador norteamericano de escasa filmografía, teniendo en cuenta sus cuatro décadas de labor. Músico violinista y director de teatro durante sus primeros años, dio inicio a su carrera cinematográfica a la edad de 30 precisamente con este film de horror.
Hancock escribe el guión de "Let`s scared Jessica to death" al lado del guionista Lee Kalcheim, y ambos se cuecen un relato inspirado en el espléndido clásico "Carmilla" de Sheridan Le Fanu, por lo cual se nutre de la atmósfera sobrenatural de los cuentos fantasmagoricos, aquellos relacionados a lugares malditos donde, aún siendo de día, el cielo sombrío luce bastante timido a la hora de iluminar el paisaje de escasa vegetación pero de accidentado terreno. De este modo, se obtiene el escenario ideal para la historia terrorifica en la América profunda, donde los personajes misteriosos deambulan llevando consigo un terrible secreto y son capaces de arrancarle la vida al incauto citadino.
Junto a esto, el tradicional mito europeo del vampiro se ve instalado plácidamente en este terreno, demostrando que más alla de su origen se trata de un monstruo de carácter universal, que ha cobrado vida cómodamente en distintas culturas bajo diversos nombres. La sangre como alimento sobrenatural que implica vida eterna, permite desafiar décadas e incluso siglos de existencia. Por ello en este film, una simple fotografía adquiere un carácter prohibido para el alma humana, pues a modo de prisión es la evidencia del siniestro pacto que roba vidas a lo largo de los años.
El director desarrolla un filme de maneras inquietantes, donde la realidad alcanza un punto de ruptura cuando es asaltada por situaciones que se asemejan a nuestras más profundas y temibles pesadillas. La presencia de extraños personajes que advierten peligro y la amenaza de un terror silencioso que parece esconderse tras el velo de una frágil realidad desequilibran emocionalmente a la jóven protagonista, al punto de hacernos compartir su desconcierto en medio de aquellos parajes poco seguros.
La actriz Zorah Lampert logra reflejar los cambios de estado mental sufridos por Jessica, el personaje principal de esta historia, quien en todo momento luce frágil y emotiva. Su entusiasmo inicial a su llegada a la gran Mansión de los Bishop va disminuyendo en forma progresiva, a medida que las pesadillas la asaltan durante las noches; sombras que se acercan en forma sigilosa pero amenazante, siluetas sin rostro definido que trascienden las barreras del tiempo y el espacio; tiempo roto por la maldición tejida, y espacio invadido en forma impune.
La naturaleza alrededor de la Mansión se impregna de esta maldad, tanto en el terreno desolado convertido en el cementerio familiar adonde Jessica suele ser atraída, en forma similar a lo que narra el escrito de Le Fanu, como en las aguas de su inmenso lago: ese espacio liquido que suele albergar bajo su cristalina superficie tantos cuentos y leyendas sobre misteriosas entidades que pueden apoderarse de las almas de los navegantes. Se cuentan viejas historias, como una de ellas al sur de mi ciudad en una conocida laguna, donde por las noches una sirena emerge de las aguas y se apodera de toda victima seducida por su canto. No ocurre esto en el relato que nos ocupa, pero en forma similar un peligro sobrenatural asalta desde sus profundas aguas, dejando para el espectador una de las escenas más inquietantes que hayamos visto en el cine de horror.
Pocas veces la escasez de medios ha hecho tanto bien a un filme, donde la sencilla puesta en escena resulta completamente estimulante. Si bien es cierto que se desarrolla una modesta narración, de momentos intimistas y carente de ritmo mejor definido, el film logra situaciones del mejor suspenso, sin sobresaltos, sin efectismos virtuales ni trucaje hipertrofiado. Es la inquietud por el misterio que surge del más alla, y se traduce en imágenes que permanecen en la retina del espectador por mucho tiempo. Y probablemente tambien en sus mejores pesadillas.