Si agarramos un ágil pez como por ejemplo una trucha o una merluza viva, y lo metemos en el congelador de casa un par de meses, cuando lo descongelemos no revive ni aunque le apliquemos electrochock en los cojones (es un decir porque los peces no tienen huevos, los ponen). Entonces... ¿Cómo diablos va a revivir un escualo, tras estar congelado miles y miles de años?
Total que el supertiburón es capaz de partir un puente como el de San Francísco de una bocado, y encima salta fuera del agua, vuela un par de kilómetros por la atmófera (toda una proeza para el reino animal) y de un bocado es capaz de merenderse un avión de pasajeros. ¡Por favor! ¿Quién se puede creerse eso?
Total que del fondo del mar cual cangrejo Sebastián sale un pulpo gigante que con los tentáculos es capaz de destruir aviones de combate.
Y la marina y el ejército manda un acorazado gigantesco con cañones capaz de destruir toda una costa, para liquidar a los pobres animalitos.
A todo eso se nos pasea por semejante film de serie B, Lorenzo Lamas, con ninguna convicción en su papel, y una rubia bastante buenota, llamada Deborah Gibson, una bastante popular estrella del pop adolescente de Estados Unidos, que ha publicado discos y ha participado a lo largo de su vida en numerosos musicales, shows y programas de televisión y reality shows.
Por lo demás un film pobre, bastante mal hecho (ver foto de la flecha en la que vemos la aleta del tiburón en el agua y que el conjunto es lamentable: la aleta es una mierda, no deja estela en el agua y la propia agua es irreal a mas no poder) y con una trama que cojea mas que una mesa con solo dos patas.
Como ya os he explicado, igual un niño pequeñito se emociona viendo los bichos gigantes y al final peleándose entre ellos, pero un tipo ya crecidito, con un par de dedos de frente y con algo de cultura (lease esto como ser capaz de distinguir entre un plátano y una rueda de coche) le parecerá esta pelicula como muy floja. ¿Solo floja? Sin comentarios...
Total que el supertiburón es capaz de partir un puente como el de San Francísco de una bocado, y encima salta fuera del agua, vuela un par de kilómetros por la atmófera (toda una proeza para el reino animal) y de un bocado es capaz de merenderse un avión de pasajeros. ¡Por favor! ¿Quién se puede creerse eso?
Total que del fondo del mar cual cangrejo Sebastián sale un pulpo gigante que con los tentáculos es capaz de destruir aviones de combate.
Y la marina y el ejército manda un acorazado gigantesco con cañones capaz de destruir toda una costa, para liquidar a los pobres animalitos.
A todo eso se nos pasea por semejante film de serie B, Lorenzo Lamas, con ninguna convicción en su papel, y una rubia bastante buenota, llamada Deborah Gibson, una bastante popular estrella del pop adolescente de Estados Unidos, que ha publicado discos y ha participado a lo largo de su vida en numerosos musicales, shows y programas de televisión y reality shows.
Por lo demás un film pobre, bastante mal hecho (ver foto de la flecha en la que vemos la aleta del tiburón en el agua y que el conjunto es lamentable: la aleta es una mierda, no deja estela en el agua y la propia agua es irreal a mas no poder) y con una trama que cojea mas que una mesa con solo dos patas.
Como ya os he explicado, igual un niño pequeñito se emociona viendo los bichos gigantes y al final peleándose entre ellos, pero un tipo ya crecidito, con un par de dedos de frente y con algo de cultura (lease esto como ser capaz de distinguir entre un plátano y una rueda de coche) le parecerá esta pelicula como muy floja. ¿Solo floja? Sin comentarios...