Este relato tiene su punto de partida en una solitaria calle en medio de la noche; allí una silueta femenina hace resonar sus pasos camino hacia un edificio público donde se lleva a cabo una exhibición de arte moderno. Allí surge la atracción entre esta misteriosa mujer y el distinguido anfitrión, expresada en una breve plática y en el deseo de un posterior encuentro. Lee, que asi se llama este jóven artista, decide viajar en compañia de Susan, su esposa, hasta la apartada residencia de Diane Le Fanu, la dama enigmática, como respuesta a su gentil invitación. La vieja casona esta ubicada en un lugar en las afueras de la ciudad, rodeada de un soleado paisaje, radiante pero solitario. Los dias transcurren y del mismo modo se suceden extrañas situaciones a medio camino entre el sueño y la realidad, las cuales perturban el amor de la jóven pareja debido a la perversa intriga de Diane, extraña mujer que adora el terciopelo sobre su piel, y cuyo fascinante poder de atracción esconde su peligroso y mortal instinto.
A Roger Corman, mítico realizador donde los haya, el cine norteamericano le tiene una gran deuda. No sólo impulsó el desarrollo del cine independiente y de bajo presupuesto con numerosas producciones bastante rentables, dejando de ese modo una huella a seguir por muchos, sino que ademas dio lugar a una cantera de realizadores de importancia capital, como lo son Martin Scorsese, Francis Ford Copolla o Jonathan Demme. Si bien se reconocen a estos debido a su prolífica labor, reconocida y meritoriamente premiada, tambien cabe destacar como fruto de aquella interesante movida la aparición de otros directores de menor "fama y fortuna" y de reducida filmografia, pero aún de singular interés. Entre ellos, atendiendo el asunto del género, la presencia de buenas realizadoras como lo fueron la directora Barbara Peters (
"Criaturas de las profundidades") y una colega suya de quien trataremos hoy: Stephanie Rothman.
La labor de la directora Rothman dio sus primeros pasos tras finalizar su carrera universitaria bajo la tutela del gran Roger Corman, en diversas labores y en distintos filmes como fueron
"Reina de Sangre" o
"Viaje al planeta prehistórico". La experiencia acumulada no resultó en vano, pues la inquietud por la obra personal se vio recompensada al acreditarse en la dirección del film
"Blood Bath" en 1966, reemplazando sobre la marcha al director original Jack Hill. Oficialmente, su primer trabajo de dirección en solitario tuvo lugar al año siguiente en la pelicula
"It's a bikini world". Rothman siempre se ha desenvuelto en el campo de las prducciones de bajo presupuesto, de manera especial en el llamado cine de explotación. De esta manera, prestó labores para Corman hasta en dos ocasiones, con los filmes "The students nurses" (1970) y el titulo que nos ocupa "The Velvet Vampire". Su último filme realizado a la fecha fue
"Working girls" en 1974. En toda su obra las mujeres siempre han mantenido el rol protagónico, mostrando una fortaleza mental y fisica sobresaliente como ocurre en otra de sus peliculas
"Terminal Island" de 1973. Sabiendo esto no nos sorprende el duelo femenino que apreciamos en "The Velvet Vampire".
"The Velvet Vampire" (titulo que en nuestro idioma serìa "La Vampiresa de Terciopelo") es un producto en el cual la atmósfera y el estilo muy definido de sus protagonistas son fiel reflejo de aquellos dias post-Woodstock y de movidas hippies. Más alla de la obvia estética setentera, que es muy apreciable y encantadora, tenemos esa disposicion del cine "explotation" de aquellos dias hacia el desnudo y el erotismo en buena medida. Si bien Diane Le Fanu resulta una anfitriona como lo fue el
Drácula de Bram Stocker, y se comporta de un modo que nos recuerda a la cautivante y perversa
Carmilla, ocurre que todo ello es visto desde una mirada más explicita y desenfadada. La vampiresa no sólo es capaz de seducir eficazmente al varón incauto, llegando a tener sexo con él en más de una ocasión, sino que ademas puede despertar en su jóven esposa una pasión que hasta entonces le resultaba desconocida: el encuentro lésbico resulta claramente ineludible teniendo en cuenta el erotismo que surge de la pálida belleza de la seductora Diane. Sin embargo, esto no impide que posteriormente se enfrente este deseo con el amor de ambos esposos: un amor capaz de perdonar los encuentros furtivos con una sencillez sorprendente. De todas maneras, Susan estará dispuesta a luchar por su hombre ante la creciente amenaza, incluso en el escenario de los sueños.
Los momentos de ambiente onírico son realizados con acierto, filmados a cámara lenta y al aire libre, en planos abiertos que muestran el inquietante llamado de los cuerpos desnudos de la vampiresa y de sus dos victimas, al modo de un sueño imbuído por alucinógenos. Tanto Lee como Susan lucen indefensos en una cama matrimonial abandonada en medio del desierto, mientras Diane surge a través de un espejo mágico danzando, a ritmo de cámara lenta, un cortejo seductor. Estos sueños se repiten varias veces como parte de un proceso destructivo que busca deteriorar la relación de los esposos, cultivando en ellos un deseo prohibido que en este caso tendrá consecuencias mortales. El espejo, la cama y el desierto se convierten en sencillos referentes de una extraña dimensión en modo muy eficaz.
El logro de Stephanie Rothman es destacable pues crea una versión propia a partir de la notoria influencia de los filmes vampirescos de la Hammer, y asimismo de la visión de un director como el francés Jean Rollin, autor de filmes como
"La Reina de los Vampiros" o
"Amanecer de los vampiros", entre otros. Pero, a diferencia de Rollin, la directora dosifica en menor grado el surrealismo visto en pantalla para dar espacio al desconcierto de sus protagonistas, a la búsqueda de respuestas y a su progresivo enfrentamiento. Por supuesto, no se elude el horror inherente al vampirismo en su apetito por la sangre y en el carácter profano de su relación con la muerte.
El personaje de Diane Le Fanu se convierte en una inolvidable vampiresa. La interpretación de la actriz Celeste Yarnall aporta no sólo su belleza, siendo elegante y sensual al mismo tiempo, sino que ademas otorga la personalidad enigmática que se requiere. Fiel al temperamento del vampiro clásico, y sin embargo, al mismo tiempo, irrespetuosa cuando enfrenta la luz del dia protegiéndose del sol apenas con un sombrero y gafas oscuras.
Relegada, dejada al olvido, ignorada por muchos, esta vieja pelicula que resulta pequeña en presupuesto, sin embargo cuenta con un importante culto cinéfilo en los circuitos adecuados, aún al día de hoy. Hecha con muy poco en términos materiales, pues apenas tuvo por principal escenario el interior de una casona, y empleando básicamente sólo tres personajes más un par de secundarios; aún asi, cuando Stepahnie Rothman rompe estos limites lo hace con buen ritmo, entregando un final agitado que incluye una persecución llevada a la gran ciudad, y un final completamente inesperado y hasta delirante. Cuestión de verlo.