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La increíble épica

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lunes, 17 de diciembre de 2012

Bug

Para fortuna de algunos y desgracia de otros el mundo no es sólo blanco y/o negro, sino una inmensa mancha gris donde antes o después un ángel de la guarda tiene la oportunidad de convertirse en un diablo malnacido y viceversa. Si en mi anterior reseña hacía referencia a la peor versión del señor Friedkin, en esta ocasión nos encontramos casi en el lado opuesto del “espejo”. El cambio de milenio trajo aires renovados a su cine, si bien es cierto que sus andanzas por el recién estrenado siglo XXI seguían demostrando que su asignatura pendiente era la elección de buenos guiones. Flojas aunque con gran oficio tras la cámara fueron Reglas de Compromiso (Rules of Engagement) y La Presa (The Haunted), devolviendo el vigor y la contundencia narrativa de antaño al septuagenario Friedkin, aunque serán sus dos últimos trabajos para la pantalla grande, Bug (título que nos ocupa) y Killer Joe los que no dejarán a nadie indiferente. O las amas o las odias.

Bug es la adaptación cinematográfica de la obra teatral (homónima) del dramaturgo americano ganador del Pulitzer, Tracy Lett, el cual se encargó personalmente de elaborar el guión que trasladaba a la pantalla su pieza de teatro, la cual abarca temas tan dispares como los problemas del amor, la paranoia y las teorías de conspiración.

La situación de partida está compuesta por una camarera llamada Agnes White (Ashley Judd), que trabaja por las noches en un bar de lesbianas junto a su amiga R.C. (Lynn Collins), y vive, o más bien malvive, sola en un motel en mitad del desierto de Oklahoma, ahogando en alcohol y drogas un pasado traumático. Una noche R.C. le presenta a Agnes un hombre llamado Peter Evans (Michael Shannon) que ha conocido en el bar donde ambas trabajan. Este tipo anodino, afable y retraído, guarda un terrible secreto, su pasado. Para completar la situación de partida y complicar el romance, extraño e intenso, entre Agnes y Peter, Jerry (Hary Connick, Jr.), el marido de Agnes, sale de prisión y tiene la intención de volver con su mujer.
Esta historia (que bien podría haber sido un drama costumbrista de la América profunda en otras manos) repleta de perdedores que son incapaces de afrontar sus miserias y frustraciones, y que se desarrolla prácticamente en su totalidad entre las paredes de la habitación de un viejo y polvoriento motel en mitad de ninguna parte, se convierte o muta, gracias a Friedkin y el delirante guión de Lett, en un thriller psicológico y paranoico con brotes de violencia extrema que a su vez no es más que el reflejo del mundo capitalista y globalizado en el que vivimos. ¿Acaso no es la especie humana la plaga más letal y devastadora que transita la faz de la Tierra?

Llegados a este punto me gustaría haber generado la suficiente curiosidad para que se abandone momentáneamente la lectura de esta reseña, para visualizar la película, ya que es de esos film que cuanto menos se sabe de ellos, mayor es el impacto que genera su visionado. Es una montaña rusa llena de intensidad y momentos extremos. No obstante, si alguno continúa leyendo, me comprometo a no introducir ningún spoiler que perjudique el posterior disfrute o “padecimiento” (según el caso) de la película.

Peter (Michael Shannon) arrastra al resto de personajes a una espiral de enajenación cuando colisionan por un lado los conflictos interiores que este sujeto porta como consecuencia de su pasado belicoso (es veterano de la Guerra del Golfo) y las necesidades de libertad por salir de una rutina insoportable que profesan el resto. La locura de Evans se plasma en forma de bichos, insectos que poco a poco invaden la casa donde se aloja, de igual forma que su demencia y fanatismo se inocula en la mente de Agnes. Esta, tratando de escapar de sus demonios interiores abraza la tabla salvadora en forma de esquizofrenia-paranoide que le ofrecen los insectos de Evans, mientras R.C. trata de advertirle de los peligros que corre y su marido intenta retroceder a una situación pasada que hace tiempo desapareció. Debido a la multiplicidad de capas y lecturas que ofrece la cinta, tal vez deberíamos replantearnos su visionado colocando el foco de atención en Agnes y cómo es esta la espoleta que detona la acción o a lo mejor deberíamos….

En el fondo, todo el discurso del film y que he intentado esbozar sin desvelar nada trascendente, no es más que una metáfora de la ideología NeoCon que arrasa EE.UU y parte del mundo occidental (escenificada en forma de paranoia que se materializa como insectos), donde todos a priori son potenciales enemigos de los que hay que desconfiar (máxime después del 11S) y que pese a existir una minoría racional que trata de detener la “plaga” que se propaga desbocada (intelectuales que denuncian las “malas artes” del gobierno americano) no son capaces de detenerla. Ya que (nos guste o no) sólo existe una forma de combatir una plaga. ¿O acaso es todo fruto de mi mente alucinada que sólo desarrolla discursos ininteligibles a partir de imágenes carentes de significado?

El director nos sumerge de forma pausada (que no lenta) en la frustrada vida de estos fracasados para golpearnos en la mandíbula con brotes de violencia y locura que no somos capaces de percibir hasta que es demasiado tarde. Al igual que ellos (Shannon y Judd), los espectadores, tenemos el cuerpo cubierto por costras que nos provocan una picazón insoportable y que no podemos detener. ¿Cómo han llegado esos malditos bichos invisibles pero voraces hasta nuestro cuerpo? ¿Cómo se ha producido el contagio? La respuesta la debemos buscar en Friedkin, que despliega todo un recital de buen hacer narrativo, a través de una planificación sensacional de las escenas, aprovechamiento máximo de los espacios, perfecta utilización de la luz (magistral la fotografía, sobre todo en su fase final de la cinta) y un uso del sonido y montaje que nos sumerge en la locura y paranoia de Peter y Agnes y nos hace partícipe de su degradación. Atrapándonos en un habitáculo claustrofóbico y sangriento del que no sabemos escapar.

Además del buen uso de los recursos técnicos (deberíamos añadir a lo mencionado un efectivo, que no efectista, maquillaje), jamás se habrían alcanzado las cotas de ambiente malsano y enfermizo que se consigue sin la estupenda interpretación de los actores de la cinta. A pesar del escaso reparto, sobresalen y de qué manera, Ashley Judd y Michael Shannon, los cuales nos brindan una de las mejores interpretaciones de sus carreras. Todo apuntaba hacia el descontrol y el histrionismo más desbocado, pero bien dirigidos por el pulso firme de Friedkin, Shannon y Judd nos resultan creíbles en sus delirantes y fanáticas idas de olla. A lo que habría que añadir una magnética erótica viciada que destila Ashley a lo largo del film, pese a lo desaliñado, mugriento y afeado del aspecto de su personaje.
Recomiendo (aunque soy consciente que no es apta para todos los gustos) esta incomoda, intensa e insólita película que perdurará bastante tiempo en la memoria de aquellos que la vean (sobre todo por la contundencia, valentía y “coherencia interna” con la que se cierra la función), aunque debe dejarse claro que pese a lo terrorífico y cruel de lo que se nos muestra, esta película no es de terror (aquellos que busquen una película clásica del género que no se adentren aquí, pues no hay asesinos enmascarados, ni fantasmas vengativos, ni zombis sedientos de carne), pero sí una bizarrada (muy disfrutable) que te precipita al abismo de la sinrazón de una mente perturbada. ¿O muestra una realidad estremecedora y molesta que no queremos reconocer?

Destacaría de forma muy positiva la cantidad de matices y detalles que alberga la cinta (que te sorprenden con cada visionado), el ambiente inquietante y desequilibrado que se genera, pese a lo encorsetado o teatral a priori de la propuesta y el memorable monólogo final de Agnes White (“la reina”). Podría decirse que Bug es el cruce entre Repulsión de Roman Polanski y los universos enloquecidos y absurdos de manipulación de la realidad de Phillip K. Dick y Fran Kafka.

En la parte negativa habría que hacer referencia a la falta de desarrollo de algunas subtramas, que podrían haber enriquecido aún más la historia y cierto hermetismo (tal vez buscado) que hará que más de uno abandone, este circo, antes de que termine la función.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Death Becomes Her


 
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Director
 
Robert Audrey
 
Producción
 
Robert Zemeckis
 
Escritor
 
Martin Donovan
David Koepp
 
Música
 
Alan Silvestri
 
Sonido
 
Albert Gasser
 
Fotografía
 
Dean Cundey
 
Montaje
 
Caroline Schmidt
 
Escenografía
 
William James Jacob
 
Protagonistas
 

Meryl Streep
Bruce Willis
Goldie Hawn
Isabella Rossellini
Ian Ogilvy
Adam Storke
Nancy Fish
Sydney Pollack
Denzel Washington

 
 
 
 
 
País
 
Estados Unidos
 
Año
 
1992
 
Género
 
Comedia Fantástica
 
Compañías
 
 
Distribución
 
Universal Pictures
 
 
 
 
 
Argumento

Death Becomes Her tambien conocida como La muerte os sienta tan bien en España y La muerte le sienta bien en Hispanoamérica, es una película de humor negro con elementos de terror y fantasía de 1992 dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Goldie Hawn, Meryl Streep y Bruce Willis esta película ganó el premio Oscar a los mejores efectos visuales.

El médico especializado en cirugía plástica Ernest Menville (Bruce Willis) abandona a su prometida Helen Sharp (Goldie Hawn) por la actriz Madeline Ashton (Meryl Streep), con quien posteriormente contrae matrimonio. Pasan siete años, durante los cuales Helen descuida casi del todo su vida, engorda y contrae una depresión que la confina en su apartamento, hasta que un día la desalojan porque ya no se molesta en pagar la renta. Es derivada a un recinto de tratamiento siquiátrico, donde, contra la voluntad de su sicóloga, cada vez que a ella y otras pacientes se les da la oportunidad de hablar de algo con el objeto de comprobar sus progresos, ella saca a colación el odio que siente hacia Madeline; esto dura hasta que su sicóloga, en un momento de estrés, le dice metafóricamente que debe "eliminar completamente a Madeline" (obviamente, de su mente), es entonces cuando despierta en Helen la decisión de vengarse de Madeline y conquistar de nuevo a Ernest. Tiempo después, Madeline y Ernest reciben una invitación de Helen al lanzamiento de su nuevo libro. En esta fiesta, los tres se reencuentran. Helen, quien sorprendentemente está delgada y joven a los 50 años, descubre que Ernest ahora se desempeña como un reconocido preparador de cadáveres, oficio que usa para abstraerse de una vida miserable con Madeline, quien lo humilla constantemente debido a su carácter débil y su mal estado físico, al punto que todo el tiempo que no está trabajando, lo pasa en casa sirviendo de objeto de burla y desprecio de Madeline. Helen, delgada y atractiva, llega a la casa y luego de intentar tener sexo con Ernest, ambos trazan un inteligente plan para asesinar a Madeline, y comenzar una vida juntos.

Madeline comienza a creerse vieja al tener 50 años y decide usar una tarjeta que le dieron en un centro para someterse a técnicas de rejuvenecimiento. Lisle Von Rohman (Isabella Rossellini), una mujer muy hermosa y de apariencia juvenil a pesar de tener 71 años, le entrega un elixir que le da vida y juventud a Madeline, al cual Lisle le debe la juventud. Ella se lo bebe y Lisle, habiéndole impuesto previamente algunas condiciones a cambio de adquirirla (aparte de un precio que por lo visto Madeline considera bastante alto, que una vez que la beba sólo puede explotar los resultados para su beneficio personal durante diez años, plazo tras el cual debe desaparecer total y permanentemente de la vida pública de algún modo para que nadie comience a notar que no envejece ni un poco) le da una última y misteriosa advertencia: "Cuídese; estarán juntos por un largo tiempo". Madeline se mira al espejo y vuelve a su casa, donde Ernest y Helen tienen un plan para envenenarla y quemarla viva.

Aunque el plan para envenenar a Madeline falla, esta rueda violentamente escaleras abajo, empujada por Ernest tras una discusión. Sin embargo, a pesar de que recibe múltiples contusiones mortales y se desnuca para acabar con su cabeza al revés, sobrevive al accidente gracias al elixir de la eterna juventud que le compró a Lisle Von Rhoman (aunque grotescamente desfigurada). Ernest la lleva a un médico, pero el médico sufre un infarto al ver que está muerta pero que sigue viva. Madeline se desmaya y la creen muerta, por lo que la llevan a la morgue. Ernest la lleva de vuelta a la casa, donde está Helen. Ahí Madeline descubre el complot en su contra y le dispara a Helen con una escopeta en el estomago. Desangrada y con un gran hueco en el abdomen, Helen sobrevive, ya que había ido con la Sra. Von Rhoman antes que Madeline. Ambas se han vuelto inmortales debido a la poción. Entre ambas se da un combate a muerte con el que pretendían causarse dolor la una a la otra, aunque sólo consiguen desfigurar aún más sus cuerpos. Mientras discuten sobre las antiguas diferencias que se tenían la una a la otra, se reconcilian.

Madeline y Helen le piden a Ernest que componga sus cuerpos, a lo que Ernest accede sólo a condición de que ambas lo dejen separarse de sus ahora eternas vidas. Al darse cuenta de que, pese a la inicialmente exitosa restauración, sus cuerpos son vulnerables a un deterioro progresivo, se dan cuenta de que también necesitarán a alguien en el futuro que les pueda reparar sus cuerpos-cadáveres. Es así como intentan convencer a Ernest para que también beba el elixir y se quede para siempre con ellas, pero éste se niega. Madeline y Helen, tras intentar hacerle beber un vaso de vino, muy probablemente mezclado con un somnífero, y fracasar, golpean a Ernest y lo llevan inconsciente a la mansión de Lisle, quien intenta convencerlo, más bien con una especie de seducción, para que también beba el elixir de la juventud eterna.

Ernest casi hace lo que le dice, pero, tras dimensionar los riesgos y las consecuencias de tal decisión, se niega violentamente y huye de la mansión, liberándose de ambas mujeres, en medio de una fiesta de Lisle Von Rhoman, quien, según le comenta, ha hecho para "echar la primavera por la ventana" en beneficio de sus muchos clientes. Tras escaparse, es inicialmente perseguido por Madeline y Helen, pero cuando, luego de escapar al techo, queda colgando del mismo y a punto de caer, pese a que Madeline y Helen le gritan que se tome la poción, este no lo hace y se deja caer, dispuesto a morir antes que servir de cirujano plástico perpetuo de las dos. Sin embargo, para mala suerte suya, termina cayendo en una piscina, y ante la oportunidad de volver a empezar, ya sin Madeline ni Helen, decide escapar de una y de otra. Madeline y Helen ya no pueden volver con Lisle, porque Ernest ha huido. En eso queda explicado el porque de la advertencia anterior de Lisle, si ellas no cuidaban sus cuerpos, quedarían desfiguradas por siempre. Madeline y Helen buscan a Ernest sin éxito y deciden que, de ahora en adelante para toda la eternidad, se "pintarán el culo" la una a la otra.

Ernest, sin embargo, no delata a Lisle. Al poco tiempo, se casa con una mujer llamada Claire y pasa los siguientes 37 años llevando una vida de orador y promotor de centros de investigación en beneficio de la humanidad. Muere siendo muy anciano y las ahora bastante deterioradas Madeline y Helen (luego de tantos años sin una restauración profesional) asisten a su funeral. Mientras que el sacerdote preside una misa en su memoria, y dice que Ernest vivirá por siempre en los recuerdos de sus hijos, nietos y amigos, Madeline y Helen ríen sarcásticamente a causa de la alusión a la "eternidad" hecha. Al abandonar la iglesia, ambas van discutiendo sobre quién perdió la lata de pintura para maniquí (que ambas necesitan para que sus cuerpos conserven un aspecto normal), sin darse cuenta de que a una de las dos se le cayó en los escalones de la iglesia; de pronto, Helen llega hasta el borde de las escaleras, empujada por Madeline, pero sin caerse. Queda haciendo equilibrio sobre sus tacones, y Madeline la mira, dando a entender que está pensando en empujarla para que ruede y se haga pedazos, dada su reciente disputa. Helen, al darse cuenta de lo que Madeline pretende hacer, la sujeta de su ropa justo antes de caer, llevándosela con ella y caen por las escaleras, destrozando sus frágiles cuerpos-cadáveres en varios pedazos, una locura.

 
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