Aca se mezclan el terror y la comedia, algunas veces el miedo nos aprisiona y nos empuja contra la pared , amenazante, aunque seguramente, un reflejo inequívoco de su propio miedo también. .
este es un homenaje al temor que a veces sentimos, en forma de comedia inglesa y protagonizada por el que ha día de hoy sea, posiblemente, uno de los mejores actores cómicos que deambulan por el mundo del celuloide, Simon Pegg protegonista de Shawn of the Dead y Burke & Hare. El conocido hombre que después de varios flirteos con la industria de Hollywood (véanse “Star Trek” o “Misión Imposible 4: Protocolo Fantasma”), regresa al que sin duda alguna, es su hábitat natural, la comedia. Y lo hace a lo grande, porque después de la poco más que correcta “Paul”, Pegg vuelve a pilotar una de esas naves que llevan la palabra “culto” serigrafiada debajo de un ala, y es que “A Fantastic Fear of Everything” es una de esas películas que a uno se le quedan en la cabeza durante días, una de esas películas que siguen ganando enteros después de su visionado y que van cociendo con el calor residual, una de esas películas que le rompen a uno el corazón en mil pedazos, cuando descubre que su ex-mujer se la ha llevado con malas artes y a traición en la mudanza (al igual que otras tantas cosas, y no todas materiales).
La película de Mills & Hopewell nos pone en el pellejo de Jack, un solitario escritor que vive solo... bueno, solo del todo no, lo hace con sus propios demonios interiores, estos son todos aquellos asesinos en serie a los que ha estudiado y con los que se ha obsesionado durante años, quienes le atormentan noche tras noche en la oscuridad de su lúgubre residencia. Éste, atormentado por su propia imaginación, y víctima de múltiples fobias, se verá atrapado en una terrible encrucijada cuando la necesidad, pues no pasa por su mejor momento creativo (no todos los escritores tienen la suerte de tener una musa a su lado), le obligue a enfrentarse a sus miedos y hacer todo lo que sea necesario para llegar a tiempo a una cita de la cual, puede depender el futuro de su carrera como escritor.
Detrás del velo aterciopelado de ligeras transparencias de esta sencilla trama, “A Fantastic Fear of Everything” esconde una de las comedias más divertidas que haya protagonizado Pegg (lo cual no es poco si echamos la vista atrás y recordamos maravillas como “Shawn of the Dead” o “Arma Fatal”), un Pegg maduro, que lejos de caer en los histrionismos de alguno de sus compañeros de profesión, ha sabido reinventarse lo justo en cada uno de sus personajes, para ofrecer, siempre dentro de unos trazos de identidad claramente definidos y reconocibles, un trabajo lo suficientemente evolucionado, como para no repetirse, cosa que por poner un ejemplo que todos conozcamos, no ha sabido hacer el bueno de Johnny Depp (y conste que me encanta Depp). Pues si, Pegg está inconmensurable en el papel de escritor paranoico, piel que le permite desarrollar todo el talento interpretativo que le corre a este tipo por las venas, verdad universal de la cual hace constancia en todas y cada una de las secuencias de la película y es que Pegg es uno de esos actores que no necesita libreto para lucirse, pues se basta de un gesto, de una mirada, para transmitir al espectador, todo aquello que éste necesita en cada momento.
Pero es que para colmo, no solo la vedette del espectáculo está que se sale, y es que la cinta, brilla en otros tantos aspectos, comenzando por un guión plagado de genialidades, uno de esos que te mantienen en tensión desde el primer minuto, expectante, sin querer despegar la mirada de la pantalla ni por un mísero segundo, pues sabes que la próxima carcajada está cercana, esperando a abalanzarse sobre ti en la siguiente esquina del plano o secuencia de turno y cuando eso llega, cuando eso ocurre, mientras vives el momento de forma intensa y placentera, ya te estás preguntando que te va a deparar el futuro, porque aunque tus dotes de pitoniso, sean nefastos, aventurarse cuando el camino está tan bien adoquinado, es apostar sobre seguro. Y en este sentido, la grandeza de la obra, es que en contra de lo que suele ser habitual en este tipo de películas de corte cómico, que comienzan muy fuerte para ir desinflándose, “A Fantastic Fear of Everything” va claramente de menos a más. Comenzando con la habitual simpatía en la que suelen moverse por lo general, este tipo de productos para terminar desembocando en una auténtica orgía de humor negro y situaciones tan disparatadas, que a uno no le queda otra que bajarse los pantalones y emulando la estampa del propio Jack, correr por casa en calzoncillos sucios cabalgando entre carcajadas mientras se plantea una hipotética bisexualidad.
También brilla tanto en su apartado técnico como artístico, el tándem debutante hace auténticas filigranas detrás de las cámaras, innovando y arriesgando en cada secuencia para ofrecer un producto fresco y dinámico a lo largo de sus 100 minutos de metraje, los cuales todo hay que decirlo, pasan como un maldito suspiro (es una lástima que algunos aun no sepamos detener el tiempo). Influencias del mundo del videoclip, muchas y variopintas, así como algún que otro guiño o deje al cine de gente como Burton o Del Toro en lo que a puesta en escena se refiere. Y no se puede pasar por alto la maestría con la que los realizadores, dotan a la cinta pese a su carácter cómico, de lugubridad y trasfondo terrorífico, con un magistral uso de luces y sombras que acompañados de un tratamiento pesadillesco de muchas de las secuencias, consiguen crear una atmósfera opresiva dentro de la casa, que pone los pelos de punta y que conseguiría interrumpir la micción, de más de uno.
Mención aparte merece la musicalidad de la obra, una piñata de sonoridades de lo más diversas que espera a romperse en el momento más inesperado, dando una nueva vuelta de tuerca a momentos ya de por si gloriosos, al son de una partitura que se salta cualquier guión preestablecido o pauta lógica, convirtiéndolos en auténticos momentos de culto. Adoro los contrastes, y la relación imagen/sonido en “A Fantastic Fear of Everything”, rinde constante culto a dicha adoración. Dulce y salado contrapuestos para dar como resultado un nuevo sabor, uno que se te queda enganchado al jodido paladar durante días.
Podría analizar todos y cada uno de los momentos de gloria de la cinta, podría, no lo voy a hacer. Solo diré que esta película se encuentra desde ya, en mi top 10 para este año 2012 y me atrevería a aventurar, que en uno de los primeros puestos. Por supuesto, recomendarla no solo a todos los seguidores de Pegg, sino a los amantes de la buena comedia negra, en este caso, además de divertida, inteligente, con clase, y ya veréis, sorprendentemente autobiográfica.