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La increíble épica

lunes, 4 de marzo de 2013

Philosophy of a Knife



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Philosophy of a Knife - 2008
249 minutos  Drama - Horror

Director: Andrey Iskanov
Escritor: Andrey Iskanov
Actores: Yukari Fujimoto, Yumiko Fujiwara y Svyatoslav
Calificación: 6/10

Argumento


Esta película es sumamente brutal y muestra los experimentos con humanos que realizó el Escuadrón 731 del Ejército Japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
Yo me pregunto ¿Como es posible que estas atrocidades hayan ocurrido hace menos de 100 años? además de eso ¿Es posible que la conciencia humana simplemente desaparezca bajo ciertas circunstancias?
La mayoría de las 4 horas que dura esta película (dividida en dos partes) se basan en la alternancia entre las explicaciones de un investigador ruso cercano a ese escuadrón y unos videos realmente explícitos (en blanco y negro, eso sí) en los que se llevan a cabo los experimentos que voy a narrar a continuación.
El 18 de septiembre de 1931, Japón ocupó el todo del nordeste de China. Ishii y su unidad para investigación bacteriológica se estableció al norte de Manchuria, en donde el ejército de Kuantung podía mantener un suministro ilimitado de prisioneros chinos para realizar toda clase de experimentos humanos.En la campaña del 13 de agosto de 1937, y ante la atenta mirada de las armadas occidentales, el ejército japonés usó gas venenoso contra las tropas chinas con escasos éxito
Estados Unidos, ante estos resultados no tomó el programa biológico japonés en serio, posiblemente porque Japón estaba muy lejos y no podría lanzar un ataque masivo contra el continente americano. Los informes de la época, sorpresivamente, también afirman que los militares estadounidenses creían que los japoneses serían incapaces de desarrollar sofisticadas armas biológicas sin la ayuda de “hombres blancos”.
La enorme distancia que separaba a Japón de Estados Unidos parecía su protección más segura, pero los japoneses habían ideado un sistema increíblemente sencillo y barato de alcanzar el continente enemigo. Varios sumergibles nipones ya habían lanzado globos con cargas incendiarias sobre las costas de Estados Unidos y Canadá. Los aliados los consideraban como un arma ridícula que no obtenía ningún resultado, sólo producía pequeños incendios. Aquellos incendios eran observados desde los sumergibles anotándose el éxito o el fracaso de alcanzar la costa, de tal modo que Ishii y sus hombres pudieran calcular la cantidad de globos que se debían lanzar con armas biológicas para que pese a los fallos su resultado fuera letal. Los globos “Fugo” resultaron un peligro inesperado.Sólo una semana después de Japón se rindió, el coronel Sanders se encontraba entre el primer grupo de americanos que aterrizó en Japón. Su misión era localizar la máquina de guerra biológica japonesa y al propio Ishii lo más pronto posible. En septiembre de 1945, Sanders descubrió que la Unidad 731 estaba envuelta en horrorosos experimentos con humanos.
Por fin fue localizado Ishii Shiro. Intentando ocultarlo a los soviéticos se le declaró muerto, se publicó la noticia en los periódicos y se simuló un entierro en su pueblo natal. El interrogatorio de Ishii duró desde 17 de enero al 25 de febrero de 1946.
Ishii cambió sus conocimientos no sólo por su indulto y el de sus hombres; también por que fuera borrado por completo su historial y pudiera llevar una vida normal. Shiro Ishii tras su estancia en Estados Unidos volvió al Japón recibiendo los máximos honores.
Experimentos con seres humanos similares a los realizados por el grupo de Ishii, se habían condenado como crímenes de guerra por el Tribunal Militar Internacional en el juicio contra los criminales de guerra nazis, comenzado en Nüremberg el 30 de septiembre de 1946. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos perdonó a los científicos japoneses a cambio de sus secretos en la guerra bacteriológica amparándose en la excusa de que se aproximaba un posible enfrentamiento con la Unión Soviética.
 
Experimentos realizados por la unidad 731

Disección de personas vivas para experimentos de laboratorio y en ocasiones asesinados simplemente para documentar la muerte. El número de personas utilizado para este fin iba de las 400 a las 600 cada año.
A partir de la segunda mitad de 1940, las tropas agresoras japonesas empezaron el uso a gran escala de armas bacteriológicas, y desencadenaron todo tipo de enfermedades infecciosas como el cólera, el tifus, la pestilencia, ántrax, difteria y bacteria de la disentería.
Congelaban a los prisioneros y los sometían a técnicas de deshidratación severas y documentaban la agonía.
Los exponían a bombas para aprender a curar a los heridos japoneses. Bombardearon poblados y ciudades chinas con pulgas infectadas y dieron a los niños golosinas con ántrax. Después entraban para comprobar los daños a la población y se llevaban enfermos todavía vivos para abrirlos y perfeccionar el arma.
Contaminaron las fuentes de agua.
Algunos de los experimentos llevados a cabo allí incluían inyectar a los sujetos con bacteria causantes de la peste bubónica producidas en moscas infectadas, para luego registrar la evolución de la enfermedad e incluso disecarlos en estado consciente.
Los japoneses no dejaron nada sin probar: hongos, fiebre amarilla, tularemia, hepatitis, gangrena gaseosa, tétano, cólera, disentería, fiebre escarlata, ántrax, muermo, encefalitis de las garrapatas, fiebre hemorrágica, difteria, neumonía, meningitis cerebroespinal, enfermedades venéreas, peste bubónica, tifus, tuberculosis y otras endémicas de China y Manchuria. Realizaron pruebas con cianuro, arsénico, heroína, con veneno de serpientes y de pez erizo. En este programa murieron más de 10.000 personas.
 Algunos murieron como consecuencia de las investigaciones. Otros fueron ejecutados cuando quedaron tan débiles que no podían continuar en la Unidad 731 y en otros tantos puntos se hicieron tests con insectos, y todo tipo de gérmenes. Se probaba la resistencia humana al botulismo, ántrax, brucelosis, cólera, disentería, fiebre hemorrágica, sífilis y también la resistencia a los rayos X. En fin una pesadilla hecha realidad para todos los que alli estuvieron, además se sabe que tras la guerra, muchos de los científicos implicados en la unidad no sóo salieron impunes, sino que desarrollaron notables carreras en el ámbito de la política o el mundo empresarial. Un velo de silencio que sigue siendo perpetuado hoy en día en algunos sectores de la sociedad nipona. De hecho, los partidos japoneses de extrema derecha niegan sistemáticamente todas las acusaciones sobre la Unidad 731, y aseguran que era un “simple equipo sanitario”.
Fotos
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Arrancando un diente sin anestesia, un dolor increíble
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Haciendo un aborto
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Experimentos con radiación
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Experimento en la cámara de descompresión, escena salvaje
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