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La increíble épica

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domingo, 11 de noviembre de 2012

Ladyhawke

 
lady
Ladyhawke – 2012

Director: 

 Richard Donner

Escritor: 

 Edward Khmara

Actores: 

 Matthew Broderick, Rutger Hauer y Michele Pfeiffer
Calificación: 8/10




 
Argumento

Tener lo que se quiere al alcance de tu mano y no poder tocarlo, esa una fustración que relata con todo lujo de detalles, “Lady Halcón” con H, (“Ladyhawke también con H, 1985), película dirigida en dicho año por el que fuera uno de los directores más prolíferos en calidad, de los 80 y 90, Richard Donner, padre entre otras, de joyas de la época como “Superman”, “Los Goonies” o la saga de “Arma Letal”. Donner nos sumerge en uno de los relatos más románticos y emotivos que haya dado jamás el cine fantástico, un espada y brujería diabólicamente ideado para desgarrar el alma de todos aquellos que osasen encarar su visionado lejos, por muy distintas circunstancias, de la persona que amaban.
“Lady Halcón” con H, fábula familiar para algunos, torture-porn para otros, nos sumerge en un medievo indefinido, en una época oscura donde como suele ser habitual, la iglesia maneja los hilos y los destinos de las personas. En el reino de Aquila, una trágica historia de amor y desamor a tres bandas. El obispo, un hombre avaricioso y caprichoso, se obsesionó de una bella joven, Isabeau d´Anjou. A su vez, está se enamoró del que en aquel momento era capitán de la guardia de Aquila, Etienne Navarre. Entre los dos, surgió un amor como nunca antes había existido, ellos habían inventado un nuevo sentimiento tan fuerte y puro, que estaba por encima de todo lo demás, incluso del propio destino. El obispo, al enterarse de la noticia, dominado por la ira y víctima del despecho, juró que si Isabeau no podía ser para él, no sería para ningún otro hombre y pactó con las fuerzas del mal, recayendo sobre los enamorados una terrible maldición. Él, se convertiría en lobo al salir la luna y ella, en halcón al salir el sol, olvidando su vida humana día tras día, noche tras noche, de esta manera, jamás podrían estar juntos.
“Lady Halcón” con H, es una de esas películas que pertenecen al selecto club del buen vino, es decir, que mejoran con los años. La recordaba de mis tiempos mozos como una historia excesivamente edulcorada y falta de la épica de otros cuentos de su misma generación como pudieran ser “Willow” o incluso “La Princesa Prometida”, la cual si bien, también abordaba el tema del amor, lo hacía desde un enfoque de corte mucho más aventurero. Bien, pues ayer tuve oportunidad de revisionar la obra de Donner y puedo decir, que la disfruté mucho más de lo que lo hiciera en su día, ahora se que en aquel momento de mi vida, no estaba preparado para entender lo que este buen hombre quería transmitir con semejante historia, porque por aquel entonces, un servidor, no estaba enamorado, requisito fundamental para dejarse violar por la obra con alevosía y de forma indiscriminada. Es con un título como “Lady Halcón” con H, que uno descubre que incluso el más duro de los mercenarios, es esclavo de su corazoncito cuando se trata de querer a alguien de verdad, de hacerlo con toda su alma.
Si, lo reconozco, he llorado como una adolescente de ascendencia crepuscular. He llorado tanto que me he quedado seco y eso tiene mérito, pues muy poquitas personas han sido testigo de semejante extraño fenómeno. Donner ha sido una de ellas. Sentado a mis pies el muy hijo puta regozijándose con cada lágrima, con cada puchero, con cada hilo de viscosa mocosidad desprendiéndose de mis fosas nasales... maldito seas Donner..., maldito seas para siempre. Pero también he de reconocer que esta contradictoria sesión de sadomasoquismo me ha proporcionado tanto dolor como placer, a veces dolor y placer son indivisibles, esta es una de esas veces. Cada secuencia, cada frase, cada silencio, todos se convierten en profundos cortes obsequiados por un afilado acero, pero también en una húmeda y dulce lengua que acaricia nuestros secos y áridos labios para reconfortarlos. Cuando uno ha experimentado la más absoluta felicidad, cuando ha mirado a los ojos de otra persona y ha comprendido que todo lo que ha hecho en su vida hasta ese momento, no tenía otro objetivo, otra razón, que encontrarse con la dueña o dueño de dichos ojos y compartir el resto de su vida con él o ella, que te priven de eso, es como si te arrancaran el corazón y se lo tirasen a comer a una jauría de perros salvajes... ojalá ninguno de vosotros experimente nunca semejante sensación. “Lady Halcón” con H, nos ahoga una y otra vez en este sentimiento de pérdida y lo hace además, con suma maestría, tirando del hilo adecuado en cada momento para conseguir emocionarnos.
Imposible mientras haya noche y día, pero dentro de tres días en Aquila, habrá un día sin su noche y una noche sin su día. Siempre hay esperanza, incluso cuando caemos en lo más profundo del abismo, uno puede ver una tenue luz en el horizonte, allí donde la vista agoniza y es esa luz, el anhelo de alcanzarla, lo que nos da fuerzas para seguir adelante, para seguir luchando. “Lady Halcón” con H, también es un canto alrededor del fuego a la esperanza, una ventana abierta no solo al sueño de estar con la persona que amas, sino un viaje hacia la propia redención. Y es que la película no da puntada sin hilo, todos los personajes están donde tienen que estar porque tienen que estar, pequeños (o grandes) engranajes utilizados por Donner para poner en funcionamiento la maquinaria de las emociones. Esto lo vemos no solo en la pareja protagonista, también en el tercero en discordia (si bien esta vez, el número tres es sinónimo de algo bueno) e incluso en los secundarios.
Rutger Hauer (“Blade Runner”, “Hobo With a Shotgun”) encarna al capitán Etienne Navarre, figura icónica de lo honorable, un hombre recto y siempre guiado por el sentido común y los valores de lo correcto, que, víctima de la terrible maldición de verse separado de su amada, degenera en una figura triste y solitaria, en un atormentado que ha perdido la esperanza y a quien lo único que le queda, es la venganza. Hauer es uno de los grandes de esto, y aquí, deja para el recuerdo y graba en nuestra retina otro de los grandes personajes de su carrera. Frío en apariencia, Navarre personifica el ideal del bien, pues lejos de entrar en los juegos del destino y ceder al lado oscuro, demuestra que lo correcto, que obrar bien incluso en las circunstancias más adversas, debe estar por encima de todo. Porque al final, a la única persona que debemos rendir cuenta por nuestros actos, es a nosotros mismos.
La chica de la historia, la mujer más bella que jamás hayan visto mis ojos... A su lado, decir que Michelle Pfeiffer (“Sombras Tenebrosas”), la protagonista de la película, tampoco está nada mal. Ella interpreta a la otra mitad de Navarre, la joven Isabeau d´Anjou, rostro celestial que encarna lo puro sobre todo lo demás. Y el sujeta velas, en este caso, bien recibido de la historia, el jovenzuelo Phillipe Gaston, un ladronzuelo egoísta que tan solo piensa en si mismo y que al lado de la pareja, encontrará tanto el honor, como el sentido de la amistad que hasta ese momento en su vida, le había sido esquivo. No importa cuan mediocres hayamos sido, siempre estamos a tiempo de enmendar nuestro camino, tan solo necesitamos que alguien nos tienda una mano. Mencionar también el peso en la trama de otro personaje, el de Imperius, un anciano monje culpable en su momento de que al obispo le llegasen las nuevas sobre la relación entre Navarre e Isabeau, quien ahora lucha por su propia redención en lo que es un guiño descarado a las segundas oportunidades. Como curiosidad, comentar el pequeño papel de Alfred Molina (“Spiderman 2”) como Cezar, un cazador enviado por el obispo de Aquila para dar caza al lobo.
Dentro de un desarrollo dinámico, de alto voltaje emocional y no exento de buenas dosis tanto de aventuras, como de sentido del humor (ahí Matthew Broderick y su “ratón”, son las jodidas reinas del baile), la única pega que he conseguido encontrarle a este apasionante cuento en sus casi dos horas de duración, es la nefasta banda sonora compuesta por Alan Parsons, quien no se si embriagado también por otro tipo de emociones, de substancias, o simplemente, en un claro ejercicio de mal gusto, no entendió en ningún momento que una película como “Lady halcón” con H, merecía algo más en su score, que una amalgama de ritmos discotequeros perpetrados de forma infame con un teclado Casio, por muy de moda que estos estuviesen en la época. Además, el tío no tiene medida y enchufa la orquesta cada dos por tres en un ejemplo encarnizado de lo que denominaríamos “anticlimax”.

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