Sinopsis: Un famoso podcaster viaja a Canadá buscando historias absurdas para su show, pero es secuestrado por un hombre que busca revivir los meses de su vida en que convivió con una morsa. Ajá, esa es la sinopsis, es en serio.
Hay películas que buscan impactar a los espectadores al contar historias absurdas y bizarras con imagenes grotescas o perturbadoras. Son esas que suelen verse en compañía ya que es casi obligado comentar con los amigos las locuras que ocurren en la pantalla. Algunas películas resultan ser así de modo accidental, ya que sus realizadores las crearon con absoluta sinceridad queriendo hacer la mejor película posible (películas como la pertubadora
The Human Centipede o como
Black Sheep por ejemplo, que aparte de su loca propuesta de “ovejas zombie” es una sátira sobre la cultura campesina Neozelandesa y un homenaje a Peter Jackson), otros buscan hacer películas raras o grotescas simplemente por el gusto de hacerlas, como si fuera una especie de chiste. Hay directores Japoneses que se han especializado en este tipo de cine como Noboru Iguchi o Yoshihiro Nishimura... y ahora se les une el alguna vez genial Kevin Smith con la idea de convertir quirúrgicamente a un hombre en morsa en la irregular
Tusk.
La película comienza de una forma muy familiar con su protagonista, un desagradable podcaster llamado Wallace (interpretado por un Justin Long con un bigote ridículo), demostrando que es un horrible ser humano incapaz de sentir empatía por los demás, que engaña a su novia y que menosprecia a todos los que se le acercan; es típico de las películas de terror hacer esta clase de cosas ya sea para “justificar” los horrores a los que van a someter a un persona o para demostrar que aún la peor persona no merece sufrir de esa manera, de hecho
Tusk lo hace menos sutil al mostrarlo con intención de humillar a un chico que quedó en silla de ruedas haciendo un paralelo con que él mismo estará en silla de ruedas poco después cuando eventualmente le corten una pierna. Durante este primer acto la película funcionaría relativamente bien si no fuera por el terrible humor que maneja, lleno de estereotipos contra los canadienses y de referencias que solo los seguidores de los podcasts del mismo Kevin Smith podrán comprender.
Entonces llega Michael Parks con Howard Howe, el mejor personaje de la película, un hombre de habla excesivamente literaria que está absolutamente loco, y con él llega el horror. Lo de convertir a una persona en morsa puede sonar increíblemente estúpido, pero hasta este momento el desarrollo logra vincularlo perfectamente a la locura de Howard creando una perspectiva horrible del “proyecto”, que nos va mostrando algunas escenas gore hasta el momento en que por fin se revela la apariencia de la criatura, y vaya! es una sorpresa el impacto que causa ver esta aterradora “morsa humana” por primera vez!
Y entonces todo se va al carajo...
La criatura, que tan buena impresión causó en su 1era aparición, queda rápidamente sobreexpuesta y notamos lo malos y baratos que son los efectos especiales detrás de ella y mientras se nos sigue mostrando una y otra vez, el horror desaparece para que la película se regodee en los pésimos chistes causados por “entrenar a una morsa” y se enfoque en la búsqueda de Wallace por parte de su exnovia y mejor amigo (Génesis Rodriguez y Haley Joel Osmont en los que posiblemente sean sus peores trabajos actorales) con la ayuda de un personaje “cómico” que no tiene nada de gracioso después de que nos damos cuenta que es un conocidísimo actor que nada tiene que hacer aquí usando una nariz falsa.
Las escenas comienzan a hacerse larguísimas y repetitivas, los diálogos comienzan a empeorar aún más y el humor comienza a hacer aún más vulgar y forzado (tanto que culmina con una
poop joke en la escena post-créditos). Entonces nos damos cuenta que la película realmente terminó cuando vimos a Wallace transformado en morsa y a partir de ese momento hemos sufrido casi una hora de escenas y diálogos de relleno. Debí sospecharlo cuando el desarrollo comenzó a alargarse a base de flashbacks y de escenas que parecen sacadas de otros films (la escena en que la novia de Wallace hace un monólogo sobre lo mucho que él la maltrata parece pertenecer a una telenovela mexicana). Existe el rumor que ese “
conocidísimo actor con la naríz falsa” entró a la producción después de que ya se había terminado, lo cuál explicaría porque sus escenas chocan tanto con el tono de la película y porque parece desviar por completo al tercer acto.
Puede que
Tusk hubiera comenzado bien, pero termina convirtiéndose en una tortura aburridísima y vulgar que hubiera funcionado muchísimo mejor como un cortometraje. La película carece de sentido y su existencia no parece ser más que un mal chiste de Kevin Smith que se salió de control. La única razón por la que alguien querría ver está película es por ver como luce el “hombre morsa” y seguro que pueden buscar una imagen de ella en Internet y aprovechar mejor estos 100 minutos de su vida. Evítenla.